Estambul: ¿podría la antigua Basílica de Santa Sofía volver a convertirse en mezquita?
LA GRAN CATEDRAL de Santa Sofía, ubicada en la capital turca de Estambul, fue una vez el centro de la ortodoxia oriental, antes de ser transformada en una mezquita y posteriormente en un museo. El 23 de marzo de 2020, la llamada musulmana a la oración se escuchó una vez más en esta antigua basílica bizantina, edificio que ha sido oficialmente secular desde 1934, aunque sigue siendo el centro simbólico de la fe ortodoxa griega.
Para descifrar la motivación detrás de este desarrollo, Ayuda a la Iglesia que Sufre habló con Etienne Copeaux, un historiador de la Turquía moderna, becario del Instituto Francés de Estudios Anatolianos de Estambul (Institut français d’études anatoliennes) e investigador del CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique).
¿Cómo explica la demanda de los musulmanes de que se les permita rezar de nuevo en Santa Sofía?
La demanda de que esta basílica del siglo VI se convierta de nuevo en un lugar de culto islámico ha sido fuerte desde el 500 aniversario de la caída de Constantinopla en 1453. Cuando la ciudad fue capturada por las fuerzas musulmanas (el “Fetih”), el Sultán fue a la catedral para celebrar su victoria, transformándola ipso facto en una mezquita. Se consideró que este gesto confería un carácter sagrado e islámico a la basílica, que desde entonces se ha convertido en un símbolo del islam turco, aunque paradójicamente, todavía se la llama por su antiguo nombre griego y cristiano de Santa Sofía. Kamal Atatürk, fundador y primer presidente de la República Turca (que gobernó de 1923 a 1938), decidió, en 1934, “secularizar” la catedral —con lo que se escandalizó a los musulmanes practicantes— y transformarla en un museo, que es lo que sigue siendo hasta hoy.
Entonces, ¿la demanda de oración islámica dentro de Santa Sofía refleja un rechazo de la sociedad secular prevista por Atatürk?
La conmemoración de 1953, que en un principio fue bastante modesta, tuvo lugar durante un período antisecular, época en la que se volvió a la dimensión religiosa bajo el Gobierno del partido democrático de Adnan Menderes (1950-1960), que en 1956 declaró: “La nación turca es musulmana”. Esta declaración reflejaba, de hecho, el carácter de Turquía, que para entonces se había convertido en musulmana en un 99%, tras el genocidio de los armenios, las expulsiones de los ortodoxos griegos y los pogromos contra los judíos. Desde entonces, Santa Sofía se ha convertido en el punto de encuentro de la extrema derecha turca.
Cuando el islam político volvió al poder, de junio de 1996 a junio de 1997, el entonces primer ministro Necmettin Erbakan prometió a los que lo votaron que la basílica volvería al islam. Sin embargo, no permaneció en el poder el tiempo suficiente para llevar a cabo este proyecto. Pero durante aproximadamente la misma época, de 1994 a 1998, Recep Tayyip Erdogan fue alcalde de Estambul, e hizo las mismas promesas. Pero fue depuesto por el ejército en 1998 e incluso pasó algún tiempo en prisión por “socavar el laicismo” de Turquía. En 2018, Erdogan, ahora como presidente turco, recitó el primer verso del Corán que se encuentra en el interior de Santa Sofía, y en marzo de 2019 declaró su deseo de cambiar su estatus de museo a mezquita.
¿Fue este el impulso para la llamada musulmana a la oración en Santa Sofía, el 23 de marzo de este año?
Creo que muchas de las medidas adoptadas por Erdogan a partir de 2002, y en particular en 2012, perseguían un objetivo político que se remonta a más de 50 años y, al mismo tiempo, a la venganza por el perjuicio de haber sido depuesto en 1998. Así pues, la oración de marzo de este año no fue, en mi opinión, más que la continuación (modesta por el momento) de un largo proceso. Sobre todo, no debemos ver el régimen de Erdogan como una ruptura, ya que es el resultado de una larga tendencia nacionalista e islámica, que no siempre ha sido clandestina.
¿Cómo podrían reaccionar los cristianos de Turquía?
El “pueblo cristiano” de Turquía —y sobre todo el resto de la población ortodoxa, cuya gran mayoría fue expulsada en oleadas en 1914, luego en 1955 y en 1964 (por no hablar de la expulsión de los ortodoxos del norte de Chipre en 1974)— es sumamente cauteloso, debido a lo que ha sufrido. De hecho, las constantes exhortaciones a la prudencia son incluso repetidas insistentemente por las autoridades religiosas: “No hagas ruido, no te quejes nunca…” Las opiniones de los cristianos ortodoxos de Turquía solo pueden presentarse a través de los canales oficiales del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla. Pero como la experiencia lo ha demostrado, los encuentros entre el patriarca y las autoridades turcas son a menudo muy formales, muy diplomáticos.
Pero, ¿el mundo ortodoxo griego en Rusia permanecería igualmente pasivo si la basílica fuera entregada al culto musulmán, como lo fue en 1453? Dado el actual contexto de las complicadas relaciones de Turquía con Rusia, en relación con Siria, esto es bastante improbable.
—Christophe LaFontaine