En Haití, los obispos piden al Gobierno medidas urgentes para sofocar la “guerra fratricida”

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Restos de la Catedral de Puerto Príncipe, que fue destruida en el terremoto de 2010

“ES AHORA cuando deben actuar para cambiar vidas en Haití. Mañana será demasiado tarde”. Este es el llamado urgente de la Conferencia Episcopal de Haití en una carta abierta (fechada el 27 de septiembre) dirigida a los líderes políticos, a quienes los obispos culpan por el empeoramiento de la crisis económica del país y la intensificación de las protestas callejeras que ha provocado. En su carta, los prelados comparan la situación con “un estado de guerra fratricida”.

El 8 de octubre, la Comisión de Justicia y Paz de los obispos llegó a pedir la dimisión del presidente Jovenal Moïse, ya que “un cambio de jefe de Estado es crucial, así como un cambio en la forma en que las autoridades gobiernan el país”.

En una comunicación telefónica con Ayuda a la Iglesia que Sufre, el obispo Désinord Jean de Hinche informó sobre el impacto de la situación de crisis que ha durado varias semanas: “La gente no puede salir. Estamos confinados a nuestros hogares. Todas las carreteras están bloqueadas. Incluso en casos urgentes, las ambulancias o los autos no pueden moverse. No tenemos combustible. Los mercados están cerrados. Las escuelas han sido cerradas en todo el país. La situación afecta a toda la nación.”

La situación de la población del país más pobre del hemisferio occidental es devastadora: ha sufrido años de penurias. Entre los retos que ha tenido que afrontar Haití, se encuentra la reconstrucción del país tras el masivo terremoto de 2010 y la devastación causada por el huracán Matthew, en 2016, así como una epidemia de cólera y una economía estancada.

Los disturbios sociales han marcado el mandato del presidente Moïse, debido a la extrema pobreza y a la falta de oportunidades de trabajo. El obispo Jean lo confirma: “El 80% de la gente está desempleada. Y esto en un país donde el 65% de la población es joven. Esta pobreza le quita toda esperanza a la gente”.

Las acusaciones de corrupción desencadenaron violentas manifestaciones callejeras. El obispo Jean dijo que “destruir el país no es una solución. Estas manifestaciones son una forma de expresar la frustración, pero no es la solución. Tenemos que encontrar una manera de hablar”.

En su carta abierta, los obispos haitianos pidieron a los funcionarios del Gobierno que “asuman sus responsabilidades para asegurar el buen funcionamiento del país y de las instituciones”. La carta acusa a los dirigentes de ser “moralmente responsables de la seguridad y el bienestar de la población… Si el país está en llamas, es por su irresponsabilidad”.

El obispo Jean dijo: “a pesar de nuestras repetidas peticiones durante casi 2 años, los políticos de Haití no han respondido. En julio de 2018, ya tuvimos una gran crisis y el Gobierno no hizo nada. Pero los otros partidos políticos también deberían trabajar en una solución. Lo peor es que las diferentes facciones no están abiertas a ningún diálogo”.

El obispo Jean, citando la carta abierta, dijo que la Iglesia haitiana pide a la comunidad internacional que apoye a Haití “en este difícil y doloroso viaje a través del desierto”. Dirigiéndose a los benefactores de la Ayuda a la Iglesia que Sufre, dijo: “Quiero agradecerles su apoyo a lo largo de los años. Han sido muy generosos y sabemos que aman a nuestro país. Ahora necesitamos sus oraciones. Por favor, recen por nosotros. Este país se está muriendo. Sabemos que Dios está con nosotros, pero a veces nos sentimos desanimados. Necesitamos sus oraciones”.

—María Lozano