Para la Jornada Mundial de la Juventud, la Iglesia de Panamá quiere revelar el verdadero rostro del país

Compartir esta noticia:

“CUANDO UN EXTRANJERO llega a Panamá, puede pensar que está en Dubai, pero eso es solo la fachada”, dice el arzobispo José Domingo Ulloa, de la Ciudad de Panamá, capital de uno de los seis países de América Latina con la mayor brecha entre ricos y pobres. La Iglesia local tiene la intención de contar al mundo la verdadera historia del país, ya que esta nación de 4 millones de personas 80% de las cuales son católicas recibe al Papa Francisco en la 34ª Jornada Mundial de la Juventud (22-17 de enero de 2019).

Aid to the Church in Need is present at World Youth Day 2019 with DOCAT, a booklet that teaches youth about the social teaching of the Church
Vista de la ciudad de Panamá

“La Jornada Mundial de la Juventud de 2019 será la ocasión para descubrir el verdadero rostro de nuestro país”, proclama Ulloa. El pasado mes de noviembre, el arzobispo, miembro de la Orden de San Agustín, recibió a una delegación de Ayuda a la Iglesia que Sufre en su diócesis de Panamá.

El prelado dijo: “Panamá tiene dos caras. En 2015, el 10% de los hogares más ricos tenían ingresos 37 veces más altos que el 10% de los hogares más pobres. Estas cifras nos revelan la injusticia social y el alto grado de desigualdad que sufre nuestro pueblo, en particular los afrodescendientes y otros grupos indígenas marginados”.

El destino de los afrodescendientes es muy complejo. Sus antepasados fueron esclavos africanos que llegaron a Panamá en los siglos XV y XVI, o personas de las Antillas que fueron a trabajar en la construcción del Canal de Panamá en el siglo XX. Sus descendientes sufren pobreza y marginación. Además, Panamá tiene 7 grupos étnicos indígenas que representan alrededor del 10% al 12% de la población, es decir, unas 500.000 personas. Una parte importante de esta población indígena vive en condiciones de extrema marginación y exclusión social.

“El estado de salud de estos pueblos indígenas es precario la mortalidad infantil es tres veces mayor que la del resto de la población y también padecen bajos niveles de educación y escolaridad. Como resultado, no tienen acceso a empleos bien remunerados, ya que la sociedad panameña es esencialmente una sociedad orientada a los servicios”, como explica el arzobispo.

“Desde el exterior, los visitantes ven un Panamá muy orgulloso. Creen que se trata de una Suiza centroamericana, pero hay que mirar más allá de eso: el 40% de la gente trabaja en la economía informal y clandestina. Hay un Panamá profundo al que no llega el desarrollo, incluso cuando la ayuda internacional se reduce porque Panamá se considera un país desarrollado”, dice Maribel Jaen, miembro de la Comisión de Justicia y Paz de la Arquidiócesis de la Ciudad de Panamá.

El obispo Manuel Ochogavia, de la Diócesis de Colón-Kuna Yala, señala que las diferencias regionales son muy importantes: “La gente de Colón, que sufre un alto nivel de desempleo, tiene mala reputación, por lo que esconde su origen cuando busca trabajo. En algunas familias, solo tienen una comida al día y no tienen acceso al agua potable ni a la atención médica. ¡Algunas comunidades solo tienen un baño para 20 familias! Esta población vive en un círculo vicioso de pobreza y abandono que estrangula la esperanza”.

Los obispos subrayan que la fuerza de la Iglesia en Panamá es su laicado, y el impacto de la Jornada Mundial de la Juventud ya se siente, ya que muchos jóvenes han participado en la organización del evento.

Dice Maribel Jean: “No son solo los católicos; ¡hay incluso jóvenes no creyentes que participan! La Jornada Mundial de la Juventud es una bendición para la pastoral juvenil, pero también una oportunidad de trabajo para muchos jóvenes. El desafío será lo que venga después. Será necesario mantener el dinamismo de la Jornada Mundial de la Juventud, continuar el trabajo, porque en Panamá hay una tendencia a confiar en lo superficial, lo emocional y lo sentimental. De ahí la importancia de educar a los fieles y a los jóvenes en la doctrina social de la Iglesia”.

DOCAT, un folleto que expone la enseñanza social de la Iglesia, hará precisamente eso. Ayuda a la Iglesia que Sufre es la editorial (a través de la Fundación YOUCAT) y distribuirá 35.000 ejemplares en la Jornada Mundial de la Juventud. El contenido de DOCAT también estará disponible a través de una aplicación, que los jóvenes y las personas de todas las edades podrán descargar de forma gratuita. Se prevé que unos 400.000 jóvenes de todo el mundo participen en la Jornada Mundial de la Juventud de 2019.

—Jacques Berset