El joven cristiano iraquí ve el futuro con una mezcla de esperanza y temor

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WISSAM ABLAHAD (26) es un joven sirio ortodoxo que vive con sus padres y 2 hermanos en el municipio de Ba’ashiqah, en las Llanuras de Nínive. Wissam y su familia, como muchas miles de familias cristianas que viven allí, huyeron de la invasión de ISIS de 2014 en la región y pasaron varios años viviendo en Erbil, Kurdistán. Habló con Ayuda a la Iglesia que Sufre:

“Todos aquí saben que el 6 de agosto de 2014 fue un día oscuro y doloroso en la historia cristiana iraquí: fuimos sometidos a la violencia, la persecución y el desplazamiento forzado a manos de ISIS. Aquellos que no pudieron escapar permanecieron en sus manos. Mi familia y yo tuvimos suerte. Huimos, dejando atrás nuestras posesiones y dinero. Nos aferramos a nuestra fe y le pedimos ayuda a Jesús”.

Wissam Ablahad

“Nuestra primera parada fue una estación de acogida en Kurdistán. Nos quedamos allí hasta que encontramos un lugar más adecuado para vivir; más tarde nos mudamos a Erbil para que yo pudiera terminar mis estudios. En 2017, me gradué en la Universidad de Mosul, que tenía una dependencia en Erbil, con el título en Administración de Empresas”.

“La esperanza todavía existe para nosotros. Los terroristas fueron expulsados de las Llanuras de Nínive, así que pudimos volver a nuestra casa a pesar de los daños causados. En cualquier caso, no podríamos habernos quedado en Kurdistán, donde el costo de vida es demasiado alto y no pudimos encontrar un empleo estable”.

“Ba’ashiqah es estable, y tenemos la protección del ejército iraquí y de la policía local. Pero todavía nos sentimos inseguros en muchos sentidos. No hay justicia ni igualdad para los cristianos aquí; las tasas de desempleo son altas. Y la ocupación de ISIS ha dejado un legado de desconfianza entre cristianos y musulmanes en la región.

“Preferiría emigrar hoy. Soy graduado universitario pero gano solo 200 dólares al mes trabajando en una tienda de jugos. Mi ambición era conseguir un puesto en el Gobierno y tener la oportunidad de un trabajo estable”.

“El futuro es desconocido y eso me asusta. El país está atravesando conflictos interminables; y el poder de las milicias y la influencia de Irán le roban a Irak su soberanía. Hemos sido perseguidos por nuestra fe y probablemente continuaremos siéndolo. Pero seguimos apegados a nuestra fe a toda costa y esperamos que la paz prevalezca al final. Espero que las futuras generaciones puedan cumplir con su responsabilidad de construir una sociedad iraquí estable, en la que los cristianos puedan jugar un papel significativo”.

“Mientras tanto, estoy agradecido a la Iglesia y a los diversos programas para jóvenes que lleva a cabo, enseñando la fe así como conocimientos básicos de Informática e Inglés. Eso ayuda a mantener viva la esperanza de los jóvenes cristianos iraquíes”.


-Ragheb Elias Karash