La Diócesis de Camerún se ve muy afectada por la violencia provocada por la crisis política del país

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LOS CRECIENTES disturbios y la violencia en el noroeste y suroeste del Camerún las dos regiones anglófonas del país francófono han afectado gravemente a la Diócesis de Buea. Ayuda a la Iglesia que Sufre ha informado de la situación recurriendo a fuentes del país que pidieron permanecer en el anonimato. La crisis se centra en las demandas de autonomía para la región anglófona que realizan los activistas anglófonos.

Hasta ahora, 20.000 personas han tenido que abandonar sus hogares. Desde noviembre de 2016, 8 comunidades han sido incendiadas, 70 fueron allanadas y 25 abandonadas, obligando a los habitantes a buscar refugio en fincas y bosques. Sobre la base de las estadísticas y estimaciones de las organizaciones locales e internacionales de derechos humanos, más de 200 civiles (no solo católicos) han sido asesinados dentro de los límites de la Diócesis de Buea, incluidos mujeres y niños.

Esta crisis sociopolítica ha perturbado gravemente la vida pastoral de la Iglesia local. Cerca de 10 parroquias y estaciones misioneras se han visto obligadas a suspender su trabajo. Varias parroquias han sido atacadas durante los combates entre las fuerzas de seguridad del Gobierno y los combatientes independentistas. Los sacerdotes también han sido amenazados. El brutal asesinato del padre Alexander Sob, de la parroquia de Bomaka, en julio de 2018, es solo un ejemplo.

No solo se ha obstaculizado el trabajo pastoral, sino también las actividades educativas de la diócesis; 40 escuelas primarias católicas han sido cerradas desde 2016. Otras han sido atacadas y destruidas, además de que civiles armados han asaltado el emblemático Colegio San José, en Sasse, Buea. Unas 20 personas, entre ellas estudiantes y profesores, resultaron heridas en el ataque, que obligó a cerrar temporalmente las instituciones educativas católicas de la diócesis.

Los centros médicos diocesanos, como el Hospital Mt. María, de Buea, y el Hospital Regina Pacis, de Muntengene, han sido testigos de una drástica caída en el número de pacientes. Esto se ha debido, en gran parte, al éxodo masivo de personas a otras áreas. Las fuentes de Ayuda a la Iglesia que Sufre informan que las fuerzas de seguridad del Estado han entrado en los centros médicos católicos con armas de fuego en busca de presuntos combatientes pro-independencia sometidos a tratamiento. Ha habido casos de mujeres que han dado a luz sin ninguna atención médica.

Las fuentes predicen una grave escasez de alimentos y un aumento de los precios, debido al hecho de que los agricultores se ven obligados a abandonar sus pueblos y tierras de cultivo. Las amenazas a la seguridad alimentaria, la malnutrición y otros problemas relacionados con la salud parecen ser inevitables en un futuro próximo. La crisis actual comenzó a agravarse en la diócesis en octubre de 2016 cuando las Fuerzas de Seguridad y Defensa del Camerún utilizaron munición real durante las protestas de la población de las regiones anglófonas del sudoeste y noroeste del país, que se siente marginada por las autoridades francófonas. Los acusan de imponer la lengua y las tradiciones francesas y exigen una mayor autonomía y respeto de sus costumbres.

Fuentes informan que, ante todos estos desafíos, el clero y los fieles de la Diócesis de Buea siguen mostrando perseverancia y gran fe en el cumplimiento de sus compromisos pastorales.

Ayuda a la Iglesia que Sufre ha apoyado a la Diócesis de Buea con más de 20 proyectos en los últimos 25 años. En 2018, la mayor parte de la ayuda se dedicó a las congregaciones religiosas femeninas afectadas por la crisis.

—María Lozano