La Iglesia en Siria sufre la “herida sangrante” de la emigración

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EL NÚMERO de cristianos en Alepo, Siria, cayó drásticamente durante la guerra civil: pasó de 180.000 antes de la guerra a 32.000 en la actualidad. El arzobispo maronita Joseph Tobji, de Alepo, es el pastor de una pequeña comunidad de unas 400 familias. Recientemente, habló con Ayuda a la Iglesia que Sufre.

¿Cuál es la situación en la ciudad 2 años después de que Alepo fuera recapturada por las fuerzas del Gobierno?

En cuanto a la seguridad, la situación ha mejorado, aunque las bombas siguen cayendo. Varias han sido lanzadas en los alrededores de Alepo en las últimas semanas. Por lo tanto, el conflicto no ha terminado todavía.

El arzobispo Tobji

Sin embargo, lo que está en marcha ahora es más bien una guerra económica. A finales de 2016, pensamos que todos encontrarían trabajo de nuevo y podrían participar en la reconstrucción de la ciudad. Nos sorprendió el impacto del embargo y de las sanciones, que ahora nos golpean aún más fuerte. Todos los días, estamos plagados de fallas eléctricas (16 horas al día). La economía no funciona y la inflación se dispara. Además, la corrupción en el país ha alcanzado niveles récord. Es fácil imaginar la situación de los habitantes de Alepo. Hoy en día, el pueblo está desmotivado.

¿Esa es la razón por la que tantos están dejando el país?
Hemos perdido muchos recursos y muchos trabajadores cualificados. La emigración se ha convertido en nuestra herida sangrante. Incluso aquellos que todavía están aquí tienen su corazón en otro lugar. La gente sueña con el paraíso del mundo occidental. Sin embargo, cuando llegan allí, encuentran una realidad diferente a la que esperaban. Se sorprenden mucho y permanecen decepcionados. Es decir, están decepcionados aquí y allá: esa es la gran tragedia. En 2016 teníamos esperanzas, pero ahora muchos están sucumbiendo a la desesperación.

¿Qué está haciendo la Iglesia para ayudar a la gente necesitada?

Los jóvenes quieren ir a otros países para encontrar trabajo. Por eso estimo que el 40% de nuestra comunidad cristiana está formada por personas mayores, pero solo hay 2 o 3 hogares para ancianos en Alepo. Tratamos de apoyarlos tanto socialmente como a través de la atención pastoral, asegurándonos de que tengan acceso a la medicina, al apoyo psicosocial, a la alimentación, a la educación y a la vivienda.

Tenemos que fortalecer la fe de la gente, anclarlos en este país y animarlos a ser testigos de Cristo, a ser la sal de la tierra y la luz del mundo: no podemos permitir que nuestra presencia aquí sea insignificante.

Hemos vivido un periodo particularmente doloroso de la historia: estamos atravesando circunstancias extraordinarias. Ahora debemos afrontarlas adecuadamente. Con este fin, recientemente organizamos el primer Sínodo de obispos católicos en Alepo, la semana pasada.

¿Qué le gustaría decirles a los donantes de Ayuda a la Iglesia que Sufre?

En nombre de todos los cristianos de Alepo, me gustaría darles las gracias por su ayuda, que fortalece nuestra esperanza. Gracias, de todo corazón.

—Pierre Macqueron