La recompensa de Cristo en Damasco
Por Arzobispo Samir Nassar
DETRÁS de las escenas, en silencio y discretamente, 82 mujeres religiosas pertenecientes a varias congregaciones están sirviendo a la Iglesia en Damasco. Son la gran fuerza que, tomando energía del aliento del Espíritu Santo, da vida a los carismas del Evangelio en un país desgarrado por la guerra. Lo hacen sin cansancio ni miedo.
Testigo
Algunas de ellas viven en pequeñas comunidades, alojadas en las grandes escuelas que solían dirigir pero que fueron nacionalizadas en 1968; otras viven en pequeños centros de hospitalidad o en modestos apartamentos entre la gente, y llevan una vida de humildad, oración y alabanza.
Escuchando a los más vulnerables
Estas religiosas consagradas están siempre dispuestas a acoger y escuchar a los residentes más vulnerables de la ciudad. Proveen las necesidades más urgentes, especialmente durante estos años de guerra y aislamiento. Guardan en sus corazones todo el sufrimiento y la necesidad de esta población vulnerable, olvidada en su miseria e inseguridad. Desafiando a la impotencia, levantan un muro de lamentación con su amor, asegurando una presencia caritativa entre las personas que lo han perdido todo.
Rostros de la compasión
El compromiso de nuestras queridas hermanas que sirven a las familias se manifiesta en su presencia en guarderías, escuelas, dispensarios, comedores, así como en centros de catequesis y formación. Saludemos su heroica misión de atender las necesidades de los enfermos, los heridos y los ancianos, todos ellos agobiados por la guerra. La suya es una vanguardia pastoral.
La promesa de un futuro
Esta misión “experimental” de nuestras queridas hermanas sigue centrada en las escuelas, la formación de niños y jóvenes. Este servicio educativo transmite valores de paz, tolerancia y diálogo, todo ello orientado a una patria destruida y a la renovación de la Iglesia. Saludamos todos los tipos de apoyo psicológico a las víctimas de la guerra, especialmente a los niños, los jóvenes, sus vidas heridas por la violencia, la delincuencia y la exclusión.
Agradecimiento
Este hermoso testigo de la luz, oculto y apenas conocido, ¿no merece alguna gratitud y reconocimiento? ¡Queridas consagradas de Damasco, el Cristo Resucitado les agradecerá y bendecirá!
El arzobispo Nassar es un maronita de Damasco.