La República Centroafricana está a merced de saqueadores y mercenarios

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GÉRARD OUAMBOU es un periodista y camarógrafo de Bangui, la capital de la República Centroafricana. A finales de diciembre de 2020, en el marco de un proyecto patrocinado por Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), viajó a Bangassou para hablar con los sacerdotes y las religiosas que atienden a las víctimas del terror. También esperaba informar sobre las iniciativas emprendidas por la diócesis de Bangassou para consolidar la paz que empezaba a regresar a la región. Sin embargo, las cosas resultaron muy diferentes. En una entrevista con ACN habla de la situación del país y de las razones que subyacen al conflicto actual.

Usted estuvo en Bangassou durante el periodo navideño. ¿Cómo era la situación?

Ya al llegar al aeropuerto de Bangassou, me di cuenta de que muchos empleados de las ONG abandonaban la ciudad, con el pretexto de tomar sus vacaciones de fin de año. Cuando llegué, ya circulaban rumores de un posible ataque a la propia ciudad de Bangassou.

Gerard Ouambou
Gerard Ouambou

¿Cuál era el estado de ánimo de la gente?

El mismo día de Navidad, después de la misa, algunas personas empezaron a huir en dirección a la República Democrática del Congo, a una ciudad llamada Ndou, no muy lejos de Bangassou. Otras personas buscaban refugio en la base militar de las fuerzas de la MINUSCA (Misión Multidimensional Integrada para la Estabilización en la República Centroafricana) de la ONU, situada a un par de kilómetros de la ciudad, mientras que otro grupo de personas optó por huir al monte para refugiarse del inminente ataque. Mientras tanto, todos los comerciantes del mercado central cerraron sus negocios y almacenaron toda su mercancía. Todos los vuelos fueron cancelados.

¿Qué fue lo que más le impactó?
Cuando llegué a la base de las fuerzas de la MINUSCA me sorprendió encontrar a todas las autoridades políticas y administrativas de la ciudad refugiadas allí, junto con las fuerzas de defensa y seguridad y los hombres de las Fuerzas Armadas Centroafricanas (FACA), que se suponía, defendían a la población.

A pesar de las advertencias de Bangui, los altos mandos habían hecho oídos sordos. Pocos días después de mi salida de Bangassou, la ciudad fue finalmente capturada por los rebeldes. Diez días más tarde, los soldados ruandeses llegaron a la ciudad y se produjeron nuevos enfrentamientos.

¿Cómo es la situación general del país?
La situación sigue siendo tensa. Los rebeldes forman parte de la llamada “guerrilla” y están presentes en casi todo el país. Yo vivo con mi familia en la capital, Bangui. Hace unos días, llegaron a rodear esta ciudad. Había agentes secretos por todas partes, en los distintos barrios de la ciudad, y ha habido numerosos secuestros y ajustes de cuentas con los partidarios del ex presidente François Bozizé y su partido político, el KNK. En definitiva, la situación en la República Centroafricana es muy preocupante. Si no se hace nada al respecto, corremos el riesgo de que se produzca otro golpe de Estado. Entre otras cosas, sería importante entablar un diálogo, pero el gobierno no quiere oír del tema.

Algunos medios de comunicación informan que dos tercios del país están ya en manos de los rebeldes. ¿Es eso cierto?
No sé en qué se han basado estos cálculos. Yo diría que el 95% de la República Centroafricana está en sus manos.

En un momento dado parecía que, tras casi siete años de violencia (de 2013 a 2019), había empezado a volver algún tipo de paz al país. ¿Es eso cierto?
En Bangui la vida había vuelto a la normalidad, pero no en el conjunto de la República Centroafricana. En el interior, el tormento continúa desde hace muchos años, con grupos armados que explotan y oprimen a la población pacífica de a pie. En algunas ciudades se han establecido controles ilegales en las carreteras. Pero sí, durante el año 2020 una apariencia de paz había vuelto al país.

¿Hay una dimensión religiosa en el conflicto? ¿O es simplemente una cuestión de riqueza y poder?
El conflicto en África Central no tiene en absoluto una motivación religiosa. Por un lado, se trata de la riqueza mineral: los grupos armados ocupan zonas ricas en diamantes, oro, etc. Al mismo tiempo, también se trata del hambre de poder, como en el caso actual. François Bozizé, que gobernó el país de 2003 a 2013, quería presentarse de nuevo como candidato a las elecciones presidenciales del 27 de diciembre de 2020. Pero como el Tribunal Constitucional, máximo órgano judicial del país, había rechazado su candidatura, optó por formar una alianza con quienes le habían depuesto como presidente durante el golpe de Estado de 2013. Junto con estas personas formó un nuevo grupo rebelde llamado “Coalición de Patriotas por el Cambio” (CPC) para derrocar a los que están en el poder en Bangui con el apoyo de un grupo de mercenarios extranjeros.

Hay otra razón detrás del conflicto, a saber, la presencia de personal “militar” ruso, que ha molestado a Francia, que ve en la República Centroafricana su propia y exclusiva reserva de minerales. Para proteger estos intereses, Francia decidió socavar violentamente el poder del presidente Touadera. En la batalla a nivel geopolítico, los ciudadanos de a pie del país no son más que peones en una partida de ajedrez.

Viviendas improvisadas
Viviendas improvisadas

Pero hay mucha gente que cree que detrás de estos grupos rebeldes y de los mercenarios del extranjero hay grupos islamistas radicales que necesitan estos recursos y este poder para alimentar su crecimiento expansivo. ¿Cuál es su opinión al respecto?
La República Centroafricana es un país sin salida al mar en el corazón del continente, con una superficie de unos 240.000 kilómetros cuadrados y una población de unos 5 millones de personas. Tiene una población joven y abrumadoramente analfabeta y vastas reservas de minerales que nunca se han explotado adecuadamente, sino sólo con mano de obra básica. Esta riqueza potencial incita a invadir este país. Es el caso de los fulani, la tribu más rica y brutal de Níger, con una población de unos 15 millones de personas, que han penetrado a través de Chad en la República Centroafricana en busca de pastos para su ganado. Buscan un nuevo paraíso para su ganado y planean establecerse allí. Pero para conseguirlo necesitan avanzar utilizando la violencia y la rebelión.

¿Están los grupos rebeldes y los movimientos guerrilleros abiertos a todas las religiones? ¿Pueden los cristianos y los animistas practicar libremente su fe y sus convicciones?
Por el momento sí, los grupos rebeldes y los movimientos guerrilleros están abiertos a todas las religiones; su primera y principal preocupación es simplemente adquirir el poder en Bangui. Pero en cuanto se logre este objetivo, se dividirán. Como ocurrió en el pasado con los Séléka, que inicialmente incluían tanto a cristianos como a musulmanes. Pero una vez en el poder, los miembros musulmanes de la Seleka decidieron eliminar a los cristianos de la escena, ya sea matándolos discretamente o promoviendo a los musulmanes a puestos de mayor poder y autoridad que los cristianos. Todo es cuestión de poder, y esta colaboración no es más que un medio temporal para conseguir un fin. No hay futuro en ella.

¿En qué consiste la labor de la Iglesia? ¿Qué papel tiene que desempeñar en todos estos conflictos?
La Iglesia ha hecho mucho y sigue desempeñando su papel de profeta y mediadora. A través de su posición en la Plataforma de las Confesiones Religiosas de la República Centroafricana (PCRC) ha hecho mucho por el retorno y la consolidación de la paz. De hecho, los obispos católicos de la República Centroafricana celebraron su asamblea plenaria anual hace poco, del 11 al 17 de diciembre. Al final de esta conferencia, en una declaración sobre la situación actual, se pronunciaron contra la creciente polarización de las clases políticas que han entregado el país a los saqueadores y mercenarios de todo tipo, equipados como están de armas y armamento sofisticado.

Los obispos subrayan que la guerra que se nos ha impuesto pretende socavar los esfuerzos más profundos del pueblo centroafricano. Estamos cansados y desilusionados de los cálculos políticos, los conflictos y las divisiones.

—María Lozano