La situación de las familias cristianas más pobres de Damasco está empeorando

Compartir esta noticia:

“¡AQUÍ EN DAMASCO, todo se ha vuelto tan caro!” Así exclama la hermana Joseph-Marie Chanaa. “El empeoramiento de la situación de la gente me ha obligado a involucrarme en la esfera social para ayudar a los pobres y a los que sufren”, añade, ya que originalmente trabajaba como catequista. Miembro de la congregación de las Hermanas de la Caridad de Besançon en Francia, la hermana Joseph-Marie trabaja en la capital siria desde el comienzo de la guerra civil del país, dirigiendo un equipo de 16 personas para ayudar a las familias cristianas más pobres de Damasco, con el apoyo de Ayuda a la Iglesia que Sufre.

Los ancianos cristianos residentes en Damasco
Los ancianos cristianos residentes en Damasco

Con la guerra civil ahora en su 10° año, las necesidades sociales han seguido creciendo. Según las cifras de la ONU, en 2019, alrededor del 83% de la población siria vivía por debajo del umbral de la pobreza. Las bombas han dejado de caer sobre Damasco, pero la población civil sigue pagando el precio del conflicto y de las sanciones económicas occidentales, que limitan los ingresos del Estado y, por tanto, recortan los fondos disponibles para los salarios de los trabajadores de los servicios públicos. La destrucción y contaminación generalizadas de la infraestructura agrícola han perturbado la cadena de suministro, como los mercados y las panaderías; además, la falta de empleo productivo y el agotamiento de los ahorros de la población y la creciente deuda han agravado las dificultades sociales y económicas, y los alquileres se elevan cada vez más.

En Damasco, el alquiler de un pequeño apartamento de 2 habitaciones ha aumentado a un promedio de alrededor de 60.000 libras sirias (cerca de 115 dólares). La hermana Joseph-Marie cita el ejemplo de una familia en la que solo el padre tiene trabajo y gana un salario de 80.000 libras sirias (160 dólares). Esto significa que apenas quedan 45 dólares para que la familia viva. Para dar una idea de los precios, el costo de un bocadillo es de unos 2 dólares, “un precio muy alto para las condiciones de Siria”, dice la hermana.

Para ayudar a las familias cristianas más pobres a seguir viviendo en Damasco y sus barrios, la hermana Joseph Marie y su equipo proporcionan un subsidio de aproximadamente una cuarta parte de su alquiler, gracias al apoyo financiero de Ayuda a la Iglesia que Sufre. Esto es suficiente para que las familias puedan permanecer en Siria y vivir con dignidad. La hermana Joseph Marie dice: “En general, las personas que pudieron emigrar fueron las que tenían suficiente dinero para hacerlo. No es el caso de las personas que aún viven en el país, a las que ayudamos con su alquiler”.

Hermana Chanaa
Hermana Chanaa

Además del alquiler, el precio del combustible para calefacción y otras necesidades básicas también ha aumentado. Como resultado, muchas familias se ven tentadas a dejar de enviar a sus hijos a la educación superior para ahorrar dinero. Para evitar que los jóvenes abandonen los estudios, Ayuda a la Iglesia que Sufre se comprometió este año a apoyar a 550 estudiantes de la Universidad de Damasco. “Este es un proyecto importante, porque estamos apoyando a los estudiantes cristianos, de cualquier denominación o rito, a continuar sus estudios ayudándolos a pagar el transporte público y las fotocopias de sus trabajos de curso”, dice la hermana Joseph-Marie.

Lo que la hace particularmente feliz es el hecho de que, en general, estos estudiantes quieren quedarse en Siria y no emigrar, excepto para especializarse y luego regresar a casa. Para aquellos que, sin embargo, están tentados de emigrar, especialmente para escapar del servicio militar, ella siempre tiene el mismo mensaje: “Por supuesto, no sabemos el futuro, pero debes quedarte y servir a tu país, y la Iglesia te ayudará a hacerlo”.

La guerra y sus secuelas no han perdonado a los enfermos y a los que padecen enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión o el colesterol alto. No hace falta decir que los más pobres son los más afectados, ya que no pueden pagar el costo de su tratamiento, especialmente dado el triple aumento del precio de la mayoría de los medicamentos desde 2016 y la escasez de suministros. Muchas farmacias y depósitos de almacenamiento médico fueron destruidos durante la guerra. Así que cada vez hay menos medicamentos disponibles y la gente se ve obligada a buscar ayuda de las Iglesias y las agencias de caridad.

En las zonas bajo control de los rebeldes y del ejército turco, las agencias internacionales proporcionan ayuda de emergencia. Sin embargo, en las zonas bajo control del Gobierno sirio, como en Damasco, estos organismos no son tan activos. Por ello, Ayuda a la Iglesia que Sufre tiene previsto ayudar a unos 200 enfermos de la capital, a través de la agencia de la hermana Joseph-Marie, para que puedan conseguir los medicamentos y el tratamiento que necesitan urgentemente.

Dado que las farmacias y los depósitos tienen cada vez menos productos disponibles, la hermana Joseph-Marie anima a su equipo a acumular reservas de medicamentos por unos 3 o 4 meses. En la actualidad, hay suficientes reservas para que duren hasta octubre. Pero, lamentablemente, dice, el número de personas que padecen cáncer “está creciendo a un ritmo terrible entre las personas más jóvenes y de mediana edad” y “hay muy poca ayuda para ellos”.

—Christophe Lafontaine