Las mujeres religiosas temen que los yihadistas tomen el control de la provincia de Mozambique
EL FIN DE SEMANA del 27 y 28 de junio de 2020, insurgentes fuertemente armados, que se cree pertenecen al grupo islamista Al Sunnah wa Jama’ah (ASWJ), atacaron una vez más la ciudad portuaria de Mocímboa da Praia, en el extremo norte de Mozambique. El ataque causó pánico generalizado, y oblligó a muchas personas a huir de la ciudad.
La hermana Graça António Guitate, de la Congregación de las Hijas del Inmaculado Corazón de María, con sede al sur en la capital provincial de Pemba, informó a Ayuda a la Iglesia que Sufre que “el ataque comenzó el sábado alrededor de las 5 de la mañana” y que la batalla entre los terroristas, que afirmaban estar afiliados a ISIS, y el ejército mozambiqueño duró “hasta el mediodía”, causando muchas bajas. “No hemos oído informes de muchos daños en la infraestructura, pero oímos que muchos soldados mozambiqueños fueron asesinados”, dijo.
Mocímboa da Praia está a unas 60 millas al sur de Afungi, donde se están construyendo instalaciones para procesar las enormes reservas de gas de Mozambique en alta mar. Según el sitio sudafricano de noticias en línea, Daily Maverick, el último ataque fue el 4° de este tipo que se produce en la ciudad y sin duda pondrá aún más nerviosas a las empresas energéticas extranjeras que desarrollan los yacimientos de gas.
En sus mensajes a Ayuda a la Iglesia que Sufre, la hermana Grace describió una “atmósfera de caos humanitario” en la región de Pemba, donde miles de personas ya habían huido como consecuencia de los ataques yihadistas de hace algunas semanas. “Hay muchas personas que huyen. Por el momento, no sabemos cuántos en total, pero hay niños, mujeres y hombres, muchas personas. El Gobierno está ayudando y nosotros, también, como diócesis estamos ayudando a esta gente. Hace 2 semanas nuestro obispo, Luiz Lisboa, estuvo en Metuge y entregó mascarillas. La diócesis está ayudando, a través de Cáritas, a proporcionar alimentos, y estamos tratando de proporcionar algún apoyo moral, ya que estas son personas que no solo necesitan comer, sino que también tienen que tener algún acompañamiento espiritual. Algunos de ellos han visto a sus padres, sus hermanos decapitados”, dijo la hermana Grace.
Otro miembro de su congregación, la hermana Joaquina Tarse, también envió un mensaje a Ayuda a la Iglesia que Sufre, subrayando la “alarmante situación” en el norte de Mozambique y expresando su temor de que estos grupos armados puedan llegar a tomar el control de toda la provincia de Cabo Delgado. “En un principio”, dijo, hablando de los primeros ataques, “parecía que solo les interesaba la parte norte de la provincia, pero hoy en día está claro que quieren hacerse con el control de toda la provincia, porque ya están extendiendo sus actividades al sur de Cabo Delgado”. Sor Joaquina informó que “cuando los yihadistas se topan con gente común, les dicen: ‘si quieres escapar, corre lo más lejos que puedas, a la provincia de Nampula o a otra provincia’. Así que están planeando conquistar todo Cabo Delgado”.
Ayuda a la Iglesia que Sufre, en respuesta a la petición de ayuda del obispo Luiz Fernando Lisboa, de Pemba, proporcionará apoyo básico para sostener la vida y el ministerio de 4 congregaciones de religiosas, así como ayuda en forma de estipendios de misa para los sacerdotes de la Diócesis de Pemba. El obispo Lisboa estima que “más de 1.100 personas han sido brutalmente asesinadas, centenares han desaparecido y más de 200.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares y a buscar refugio en otras partes de la provincia o, en última instancia, en las provincias vecinas. Docenas de pequeños pueblos y aldeas están ahora completamente abandonados”. En su petición de ayuda dijo que “la gente ya no cultiva sus campos, y esto ha provocado una crisis en la alimentación”.
La violencia en Cabo Delgado fue también uno de los principales temas de discusión en la reunión de la conferencia episcopal de Mozambique, celebrada del 9 al 13 de junio de este año. En una carta dirigida al pueblo de la provincia, los obispos denunciaron “las atrocidades que se están cometiendo” y expresaron su tristeza al ver a la gente “caminando largas distancias en busca de refugio, sin comida, sin ningún medio de subsistencia, con solo la ropa en su espalda y el corazón lleno de amargura”.
Al mismo tiempo, los obispos agradecieron el espíritu de solidaridad de quienes han acogido a los refugiados, ya que hay “familias que han recibido hasta 20 o 30 personas, compartiendo con ellas la poca comida que tienen de reserva, en una clara demostración de la grandeza del corazón del pueblo”.
—María Lozano y Paula Aido