En el Líbano, un sacerdote converso del islam cuida de los pobres, los necesitados
El PADRE MAJDI ALLAWI es un sacerdote maronita libanés que se convirtió del islam chiíta al catolicismo. El 15 de agosto de 1981, fiesta de la Asunción, fue bautizado. Fue ordenado sacerdote el 10 de abril de 2005, y es el fundador de Bonheur du Ciel (La alegría del cielo), una organización sin ánimo de lucro con sede en Beirut, que ayuda a jóvenes con problemas de drogadicción, a chicas que han sufrido agresiones sexuales y a los pobres. También abrió el primer restaurante para servir a los pobres del Líbano, en la ciudad de Burj Hammoud. Recientemente, habló con Ayuda a la Iglesia que Sufre sobre su viaje de fe:
“Conocí a Jesús cuando era un niño musulmán, sentado en la misa. También lo conocí a través de la Biblia, la mayor escuela de amor. Me apegué a su alma y a su corazón y tenía mucha curiosidad por saber más sobre Él”.
“A los 9 años, empecé a escuchar durante la hora de catecismo en una escuela maronita; recuerdo que limpiaba las aulas y me escondía debajo de los pupitres para poder escuchar a los profesores. Como musulmán chiíta, no podía asistir a las clases, pero esperaba cada semana por esta clase; era como esperar lo más precioso que me podía pasar”.
“A los 11 años, les pedí a mis padres que me bautizaran porque estaba completamente enamorado de Jesús y de su misericordia. Ellos rechazaron completamente la idea, ya que yo venía de una familia musulmana devota y mi tío era una autoridad religiosa. Dejé la casa de mis padres y pasé muchas noches en la playa. Solía ir a una pequeña iglesia en Jbeil, Saydit al Fakir, Nuestra Señora de los Pobres, y escuchaba la misa a través de la ventana de la iglesia. Nunca olvidaré el amor y la luz que salía de esta ventana”.
“Después de estar lejos de ellos por un tiempo, mis padres me permitieron bautizarme. Pasarían otros 3 años antes de que tomara la Primera Comunión. En ese tiempo, era muy duro estar en la iglesia y ver a todos recibiendo el cuerpo y la sangre de Jesús y no poder hacerlo yo mismo. Finalmente, recibí esta bendición a los 14 años”.
“Después de mi conversión, me enfrenté a muchas críticas, pero no me importó. Practiqué la fe en secreto. Me di cuenta de que Dios vive en el corazón de cada creyente que quiere difundir el amor y la paz. Sabía que mi camino era arriesgado, pero valía la pena. Finalmente, me sentí llamado a convertirme en sacerdote”.
“Fundé Bonheur de Vie para ayudar a los pobres y necesitados; cooperé con varias autoridades para proporcionar medicinas a aquellos que no podían pagar el tratamiento. Trabajé con instituciones sociales para cuidar a los prisioneros y recluté psiquiatras y psicólogos para ayudar a los jóvenes drogadictos, así como a las niñas que han sido víctimas de acoso sexual”.
“Veo a Jesús en cada ser humano. Si supiéramos que servimos a Jesús, que vive en cada ser humano, nos arrodillaríamos mientras servimos a los pobres o ayudamos a los enfermos. Respeto a todos los seres humanos, sin importar su raza, color o creencias. El hambre y la pobreza no tienen nombre, ni color, ni religión. ¿Cómo puedes ver a un ser humano hambriento y volver a casa, sentarte y comer, sabiendo que alguien todavía tiene hambre y frío? Y yo estoy siendo atacado por ayudar a la gente de todas las religiones. ¿Pero no son todos seres humanos? ¿Debería decirles que se conviertan al cristianismo antes de ayudarlos?”.
“No hay nada más grande que una persona que se sacrifica para salvar a la humanidad del pecado. Jesucristo demostró su amor a la gente mientras estaba en la cruz, aceptó el dolor para enseñarles que el sacrificio es el símbolo del amor y murió para demostrarles que después de la muerte hay resurrección, que siempre hay esperanza. Lo que necesitamos en este mundo es amor, y cuando tengamos el verdadero amor, el cual recibimos a través del Espíritu Santo, entonces conoceremos el amor sin fin”.
“He luchado toda mi vida por los derechos humanos. Por eso Bonheur du Ciel es mi prioridad: anhelo un futuro justo, misericordioso, sin pobreza. Mi sueño ahora es establecer una escuela católica gratuita para los niños indocumentados, los abandonados o los hijos de refugiados. Creo que si tienes a Jesús en tu corazón, puedes hacer lo que te propongas, sin importar los obstáculos que enfrentes”.
—Khouloud Tawm