Los líderes de la Iglesia en Pakistán advierten de la hambruna y las epidemias
Monseñor Benny Travas, Arzobispo de Karachi, en el sur de Pakistán, destaca que la Iglesia ayuda sin tener en cuenta la identidad étnica o la afiliación religiosa. Esto, desgraciadamente, no es algo que pueda darse siempre por sentado. El obispo informa de que miembros de minorías, especialmente cristianos e hindúes, han sido rechazados en los puntos de distribución de ayuda y remitidos a la Iglesia. “Esta mentalidad de discriminación domina en todas partes”, confirman los demás obispos.
Las inundaciones no solo se han llevado las casas de la gente, sino también su medio de vida, informa el obispo Samson Shukardin, de Hyderabad. Por ello, a medida que se acerca el invierno, la hambruna se convierte en una amenaza real, sobre todo porque las zonas rurales se han visto especialmente afectadas: “Las regiones remotas no están protegidas contra las inundaciones, solo las grandes ciudades”, afirma.
La proliferación de enfermedades también es preocupante, según el obispo Travas: “El dengue y el cólera se están extendiendo. Los hospitales están desbordados y envían a la gente fuera”. Entre otras cosas, hay escasez de mosquiteras para proteger a la gente de las infecciones. El arzobispo también dice que ha oído que las farmacias están reteniendo el suministro de medicamentos, lo que hace subir aún más los precios.
Un consuelo en esta situación tan delicada es la gran disposición a ayudar, tanto por parte de la comunidad internacional como de la población pakistaní, dice el obispo Khalid Rehmat, vicario apostólico de Quetta, en el oeste de Pakistán: “La gente es pobre, pero generosa”. Esta ayuda es tanto más necesaria cuanto que la asistencia gubernamental ha demostrado no ser suficiente. Según el arzobispo Travas, el gobierno ha prometido unos 100 dólares de ayuda de emergencia a cada familia de la provincia de Sindh, muy afectada. Sin embargo, esto “no es realmente nada comparado con las pérdidas que han sufrido”.
Los tres obispos afirman que actualmente las mayores necesidades son alimentos, medicinas, refugios de emergencia y mosquiteras, y agradecen a Ayuda a la Iglesia que Sufre, que proporcionó asistencia inmediata, incluyendo paquetes de ayuda para 5.000 de las familias más afectadas.
Aunque los cristianos representan menos del dos por ciento de la población de Pakistán, rápidamente consiguieron poner en marcha un amplio programa de ayuda. “Los cristianos de Pakistán tienen mucha fe”, subraya el obispo Rehmat, “saben que podemos superar todas estas dificultades”.
Las peores inundaciones monzónicas de los últimos 30 años, que comenzaron a mediados de junio, han devastado amplias zonas de Pakistán. Seis millones de personas se han visto afectadas por el desastre y se han registrado oficialmente más de 1.500 muertes.
—Tobias Lehner