Los refugiados que huyen de la pobreza y la guerra encuentran el auxilio de la Iglesia en Sudáfrica

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LA VIDA DE UN REFUGIADO NO ES FÁCIL. Dejar todo atrás y comenzar una nueva vida en un país diferente, con leyes, educación, idiomas y expectativas culturales diferentes, requiere un periodo de adaptación. El racismo y la discriminación, los continuos problemas de salud mental debidos al trauma, incluida la culpa del sobreviviente, y la falta de documentos legales son solo algunos de los problemas a los que se enfrentan los refugiados en Sudáfrica.

Sudáfrica acoge a unos 275 mil refugiados y solicitantes de asilo, pero el número real de migrantes indocumentados en el país es sin duda drásticamente superior. De estos refugiados, el 84 por ciento procede del África subsahariana. Proceden sobre todo de Zimbabue, Etiopía, Nigeria, la República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda. Las principales razones para huir a Sudáfrica son escapar de la pobreza, la violencia política y la guerra.

Por ello, el proyecto “Atención Pastoral a los Refugiados”, llevado a cabo por la Archidiócesis de Durban y apoyado por Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) desde 2013, es vital para los refugiados en Durban. El objetivo del proyecto es ofrecer servicios pastorales y sociales a los refugiados, solicitantes de asilo y migrantes con el fin de devolverles la dignidad, la fe y la esperanza perdidas, proporcionándoles refugio, haciéndoles participar en talleres de sanación, programas de cohesión social y también para garantizar que la justicia prevalezca en todos los asuntos que les afectan, a través del lobby y la defensa jurídica.

Lamentablemente, los refugiados son a menudo víctimas de la violencia por parte de las personas de los países de acogida, que los culpan de la delincuencia y el desempleo, considerándolos como competidores desleales en la lucha por los puestos de trabajo, las casas y otros recursos.

Niños refugiados en la archidiócesis de Durban (Sudáfrica)

En mayo de 2008, 62 personas murieron en un brote de violencia antiinmigrante. Entre los muertos había sudafricanos que habían sido identificados erróneamente como extranjeros o que simplemente quedaron atrapados en la vorágine de la violencia. La archidiócesis católica de Durban atendió a 580 víctimas de los disturbios de 2008, así como a 190 víctimas de la violencia en 2015. Durante estos periodos, la ‘Pastoral del Refugiado’ proporcionó todas las necesidades básicas a estas personas.

Este proyecto también incluye otros programas importantes, como el pago de las tasas escolares de los niños refugiados, la provisión de alimentos y alojamiento a los refugiados recién llegados, la enseñanza del inglés a los que vienen de las regiones francófonas, esto con fines de integración. Además la enseñanza del isiZulu, el idioma local, entre otros muchos servicios.

Todos estos programas desempeñan un papel muy importante para mejorar el futuro de los refugiados. El aprendizaje de idiomas sirve como herramienta de integración. Con los idiomas la gente puede conversar con los lugareños y eso hace un puente en la brecha en pro de la cohesión social. Así, pueden contar su historia de por qué dejaron sus países, lo que puede cambiar la percepción de los anfitriones. El inglés juega un papel importante en el mundo laboral, ya que la mayoría de los negocios se realizan en inglés y este programa les prepara para este reto.

“Quiero agradecer a la ‘Pastoral del Refugiado’ por participar contribuyendo con mis gastos de educación. Lo aprecio mucho porque mi madre no ha podido hacerlo. Estoy en el octavo grado. Muchas gracias. Todo lo que puedo decir son palabras de gratitud porque no tengo nada que darles a cambio. Solo palabras y actos de gratitud”, escribe Georgette Ntambwa.

La mayor herramienta de empoderamiento es la educación, ya que transforma en gran medida la vida de los niños refugiados y el futuro de sus familias. Hupenyu Makusha, coordinador de la organización, dijo a Ayuda a la Iglesia que Sufre: “Los niños que han recibido asistencia y apoyo han llegado más lejos y ahora sacan adelante a sus familias”.

“Cada alumno inscrito recibe un uniforme escolar a principios de año”. La ‘Pastoral del Refugiado’ tiene un proyecto de costura que fabrica los uniformes. Esto es crucial porque son obligatorios en Sudáfrica en todas las escuelas públicas y en la gran mayoría de las privadas. Y lo que es más importante, los uniformes desempeñan un papel fundamental en la reducción de la brecha entre ricos y pobres, en el sentido de que todos los niños tienen el mismo aspecto cuando están en la escuela.

Gracias a la colaboración de Ayuda a la Iglesia que Sufre, junto con otras organizaciones, la arquidiócesis católica de Durban sigue llevando a cabo este programa que marca una gran diferencia en la vida de las familias refugiadas y en el futuro de sus hijos. “Su colaboración en este proyecto ha transformado a lo largo de los años la vida de muchas familias de refugiados. Muchas vidas han sido tocadas y se ha hecho una evangelización que da aliento de vida en el aislamiento. Gracias a su ayuda hemos conseguido continuar con este importante proyecto, especialmente en el año 2021”, afirma Makhusha.

—Christina Moreno