HISTORIA DE ÉXITO: MISALES EN LENGUA CHILUBA PARA LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO
La lengua chiluba es hablada por unos 6 millones de personas en la región de Kasai, sudeste de la República Democrática del Congo. Es uno de los 4 idiomas nacionales de este enorme país del corazón de África. Hace algunos años, los obispos de las 8 diócesis católicas de esta región reconocieron la necesidad de introducir gradualmente nuevas ediciones de los libros litúrgicos en esta lengua. Los libros que tenían ya estaban muy desgastados y necesitaban ser intensamente revisados y corregidos.
La región de Kasai es vasta y está descuidada, con una pobreza profunda y generalizada. Durante los años 2016 y 2017, hubo varios brotes de violencia en los que murieron miles de personas. Posteriormente, se encontraron grandes cantidades de fosas comunes. También fueron atacados, saqueados e incendiados muchas iglesias, entre ellas la catedral y la residencia del obispo, en Luebo.
El Gobierno proporciona poca o ninguna ayuda a la región, por lo que se deja que la Iglesia se ocupe de todas las necesidades de la gente y brinde la mejor ayuda posible. Y como el hombre no vive solo de pan, la Iglesia también tiene siempre la salud del alma humana como principal preocupación. La eucaristía es la “fuente y cumbre de la vida y misión de la Iglesia”, dice el documento Lumen Gentium. Por lo tanto, para los obispos de la región, la reedición de estos libros litúrgicos ha sido una prioridad para difundir el mensaje del Evangelio y el amor de Dios en la zona.
Gracias a la generosa ayuda de nuestros benefactores, Ayuda a la Iglesia que Sufre ha podido proporcionar 22.600 dólares para la impresión de la primera edición del nuevo Leccionario, que ha sido acogido con gran alegría. Los obispos, sacerdotes y todos los fieles católicos de las 8 diócesis de la región de Kasai están profundamente agradecidos por todas las donaciones que lo han hecho posible. Por eso, recordarán a los benefactores en sus oraciones de agradecimiento.
Ayuda a la Iglesia que Sufre se compromete a invertir los fondos donde tengan el mayor impacto para la Iglesia a la que servimos. Las donaciones a los proyectos de Ayuda a la Iglesia que Sufre se utilizarán en los programas que más lo necesiten para ayudar a mantener viva la fe.
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