En Pakistán, la discriminación se vuelve violenta para un adolescente católico

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EN PAKISTÁN, las escuelas estatales suelen ser un entorno hostil para los estudiantes cristianos, que son objeto de acoso dentro y fuera de las aulas. Haroon Irfan, de 14 años, es uno de ellos, y dio cuenta de su sufrimiento a Ayuda a la Iglesia que Sufre:

 “El cricket es mi pasatiempo favorito; me encanta jugar con mis amigos”.

Haroon Irfan

“Pero, últimamente, no he ido a la escuela: como soy cristiano, he sido acosado por los chicos musulmanes de mi clase; dicen que estoy sucio y que no merezco estar allí. Se burlan de mí haciendo la señal de la cruz o dibujándola en el suelo y pisoteándola. Pero no puedo defenderme, solo puedo recurrir al director o a mi maestro. Mi madre me dijo que nunca respondiera, que me expulsarían si lo hacía”.

“Fuera de la escuela, he sido objeto de repetidas situaciones de violencia. Un día, cuando volvía a casa desde el mercado, un grupo de chicos musulmanes me siguieron, me tiraron al suelo y me apuñalaron. Me dejaron sangrando, pero afortunadamente la gente de la zona me encontró y me acompañaron a casa. Mis padres me llevaron al hospital, donde me extirparon un riñón. En otra ocasión, me emboscaron 3 muchachos con un arma; trataron de secuestrarme, pero una mujer intervino y huyeron”.

“Amo a mi país, me habría alistado en el Ejército si la extirpación de mi riñón no me hubiera hecho inadmisible para el servicio. Sin embargo, Pakistán es peligroso para mí. Nunca me he sentido respetado y nunca he podido practicar el culto libremente. Mi libro de texto dice que Jesucristo no es el hijo de Dios, y que los cristianos son idólatras: no tengo esperanza de paz, ni de tolerancia religiosa”.

“A pesar de todo esto, creo que el Señor me ha mantenido a salvo. Cuando estaba en el hospital, vi a Jesús en un sueño. Sé que está caminando conmigo, y aunque siento dolor, estoy completamente relajado cuando rezo. Incluso en mis momentos más oscuros, Él es mi luz y nunca me abandonará. Estoy agradecido por el apoyo de mi familia, también, especialmente de mi madre: siempre han estado a mi lado, y siempre lo estarán”.

“No estoy seguro de lo que los países occidentales pueden hacer para poner fin a esta crisis, pero pido a nuestras hermanas y hermanos de Occidente que ayuden a los cristianos perseguidos en todo el mundo. Queremos vivir de acuerdo con la Biblia y queremos hacerlo con seguridad”.

—Tabassum Yousaf