En el Sahel africano, “los lugares donde cristianos y musulmanes viven juntos son el próximo objetivo” del terror islámico

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EN 2015, Olivier Hanne, especialista en el islam e investigador de la Universidad de Aix-Marseille, Francia, describió lo que consideraba “el escenario más probable para 2020 en el Sahel”.  En el libro Jihad au Sahel, en coautoría con Guillaume Larabi, preveía una expansión de los grupos terroristas armados en el Sahel y un desafío a las autoridades gubernamentales nacionales. En 2019, más de 5.000 cristianos y musulmanes fueron asesinados por terroristas islámicos en la región. El profesor Hanne habló recientemente con Ayuda en la Iglesia que Sufre:

En lugar de retirarse del Sahel, como se había anunciado, Francia acaba de anunciar un refuerzo de 600 soldados. ¿Puede ver alguna forma de salir de la crisis en el Sahel? 

Los grupos terroristas armados se han establecido a largo plazo. Tienen influencia sobre vastas regiones del Sahel. Tienen ingresos de dinero gracias a la extorsión de la población local, y también del tráfico ilegal. Controlan las rutas de tránsito de los migrantes, que son presa fácil de su tráfico de seres humanos. Y también se benefician de una gran proporción del contrabando de droga que pasa por el puerto de Lagos, en Nigeria, y desde allí se introduce clandestinamente en Europa. La cocaína, originaria de América del Sur, viaja a través del Sahara, a menudo escondida en los neumáticos de los vehículos.

La vida en las aldeas de Níger

¿Cómo se explica que estos grupos puedan obtener el apoyo de un sector de la población en las zonas que controlan?

Las zonas en cuestión están completamente descuidadas y abandonadas por sus propios Gobiernos. Incluso antes del colonialismo, la economía de estas regiones dependía del tráfico ilegal. El Estado es percibido como distante, ilegítimo y corrupto. Los jóvenes peuls o tuaregs son conscientes de que viven en una situación sin perspectivas. Viven en sociedades jerárquicas, bajo el dominio de los líderes religiosos y los jefes de familia.

El éxito de estos grupos terroristas armados se explica en gran medida por el ascenso al poder de estos jóvenes, sedientos de acción, deseosos de flexionar sus músculos. Por eso, en particular, el Estado Islámico del Gran Sahara ha tenido tanto éxito desde su creación, en 2015. Es más activo y agresivo que otros grupos, como Al Qaeda en el Magreb Islámico, por ejemplo.

¿Cómo es que los grupos terroristas, que no tienen muchos recursos, logran tal éxito frente a los ejércitos regulares?

Se trasladan constantemente y no necesitan grandes recursos. Atacan y luego se dispersan de nuevo con facilidad. Sobre todo, se aprovechan del estado de las fuerzas que se enfrentan a ellos. En Mali, recientemente, pudieron atacar un puesto militar con impunidad porque los soldados ni siquiera estaban de guardia. Tiene que ver con el nivel general de entrenamiento militar, y cuando uno ve este tipo de comportamiento después de 60 años de cooperación militar entre Francia y Mali, uno se vuelve pesimista sobre el futuro. 

Desarraigados en Mali

Hay una falta de confianza entre los soldados y su jerarquía militar, lo que lleva a resultados desastrosos en el terreno. En Burkina Faso, el Gobierno está empezando a armar a los civiles, lo que es muy preocupante. La experiencia ha demostrado que es la manera más efectiva de sembrar las semillas de la guerra civil.

¿Cómo puede evolucionar la situación?

Me temo que en los próximos 5 años continuará la expansión territorial de los grupos terroristas armados. El tráfico se organizará más y aumentará aún más todavía. Después de haber extendido su control sobre el Sahara musulmán, el próximo objetivo de los terroristas serán los lugares donde conviven cristianos y musulmanes. En Burkina Faso y en Nigeria, el equilibrio que existía hasta ahora está amenazado. En los próximos 5 años, estos Estados africanos seguirán necesitando el apoyo de Occidente para evitar la catástrofe. Si no fuera por la intervención de Francia, Mali ya se habría partido en dos. Y el intento de golpe de Estado en el Chad, en 2013, bien podría haber tenido éxito. Todo esto alimenta la propaganda de los yihadistas, a quienes les gusta jugar con el resentimiento antifrancés, pero no hay otra manera de evitar que la situación empeore.

—Thomas Oswald