Siria: “La idea de continuar mis estudios fue lo que mantuvo mis esperanzas”

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Los estudiantes del colegio cristiano en Siria han podido continuar sus estudios gracias al aporte de Ayuda a la Iglesia que Sufre, que ha entregado más de 4 millones de dólares en este proyecto desde el comienzo de la guerra civil del país.

Christians in the Middle East are under siege, and Aid to the Church in Need comes to their aid in a variety of ways, including helping Catholic students continue their college educations
Raja Mallouhi (l) e Issam Ahwesh, estudiantes de la Universidad de Homs

Ese programa de ayuda está respaldando a los estudiantes de Homs, en el Valle de los Cristianos. “Poco a poco, la situación en Siria está empezando a mejorar. La vida cotidiana y el transporte público están volviendo gradualmente a la normalidad, aunque todavía nos enfrentamos a muchos problemas económicos”. Así es como Khalil Al Tawil, un estudiante, resume la vida diaria en su ciudad. 

Los fieles se han reunido para la misa en la Catedral Católica Melquita de Nuestra Señora de la Paz, en Homs. El trabajo de restauración dentro de la catedral sigue en curso, ya que los yihadistas se empeñaron en dispararles a las pinturas, y especialmente a los ojos de los iconos de Jesús, María y los Apóstoles.

En esta ocasión, están presentes 300 estudiantes universitarios que han podido continuar sus estudios gracias a Ayuda a la Iglesia que Sufre, que canaliza la financiación a través de la Iglesia local. Khalil explica: “Me dieron un estipendio para materiales educativos, para que pudiera tomar un curso de francés. También me ayudaron a pagar el transporte a la universidad”.

“Ha habido mucho sufrimiento en Homs, y muchas familias lo han perdido todo en la guerra”, dice otro joven estudiante, Anaghem Tannous, que cursa ingeniería civil. Y añade: “Poder continuar con mis estudios es lo que me ha ayudado a mantener la esperanza y ser feliz a través de estos años. Ahora quiero ser capaz de profundizar mis conocimientos y ayudar a otras personas aquí en mi país”.

Todo joven de 18 años o más está sujeto a la conscripción en el Ejército por un período indefinido. Los exclusivos motivos de exención son por ser único hijo varón de la familia o si se dedica a los estudios universitarios. Esta fue una de las razones por las que millones de jóvenes huyeron del país, para escapar del reclutamiento y no tener que luchar en la guerra.

“Muchas gracias por su ayuda. Hay muchos de nosotros enfrentando dificultades, pero nunca nos fallaron con su apoyo”, reconoce Wissam Salloum (21), estudiante de ingeniería de software. Y dice: “Estoy en mi 4° año; con suerte, el próximo año me graduaré, pero me gustaría continuar mis estudios para evitar ser enviado a la guerra”. Quiero permanecer en Siria y espero que muy pronto tengamos paz, paz para todos”.

“Uno de los momentos más difíciles que viví fue cuando la universidad se vio obligada a cerrar hace unos años, durante varios meses, debido a la intensidad de los ataques. Todos pensamos que ya no podríamos cumplir nuestros sueños de terminar nuestras carreras universitarias y un día disfrutar de una vida mejor aquí”.

El patio de la catedral es un lugar de encuentro para estos jóvenes, donde además de celebrar su fe pueden compartir su vida cotidiana a través del deporte y la amistad. Wissam explica: “Obviamente, la mayoría de los estudiantes de nuestra universidad son musulmanes. Es raro encontrarse con otro cristiano aquí, así que por esa razón nuestra amistad es aún más fuerte”.

“Somos amigos de todos, y de hecho nuestros compañeros musulmanes nos tienen en alta estima. Aprecian mucho la actitud pacífica de los cristianos y el hecho de que no queremos pelear con nadie. Nos miran con esperanza frente a tantas dificultades”.

La reunión termina con un almuerzo en el borde de la cancha de baloncesto junto a la catedral. Pronto comienzan a llegar los primeros autobuses para llevar de vuelta a la gente que vive en las afueras de la ciudad. Un grupo de amigos se despide con un abrazo. “Estos son los mismos autobuses que nos llevan a la universidad. La Iglesia se hace cargo de los gastos, y es una gran ayuda para nuestras familias, ya que apenas tenemos para comer o para pagar el alquiler de nuestras casas”, explica otra estudiante, Sandra Satmeh.

Su amigo, Pascal Napki, agradece a sus benefactores de Occidente: “Ahora sabemos que no estamos solos. Esto nos da la motivación para completar nuestros estudios y, al mismo tiempo, ayudar a los más necesitados aquí en Homs”.

Josué Villalón