Siria: “Estamos viviendo el peor período de nuestra historia”

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Hermana Annie Demerjian
Hermana Annie Demerjian

LA ESCALADA DE CONFLICTOS INTERNACIONALES, la pandemia COVID-19, la falta de empleo y los precios exorbitantes, el aislamiento del pueblo sirio del mundo exterior debido a los embargos y sanciones, y la falta del mínimo indispensable para la supervivencia. La lista de sufrimientos enumerados por Annie Demerjian, una hermana siria de la Congregación de Jesús y María, es larga. Hablando con Ayuda a la Iglesia que Sufre, dijo: “Todos estos factores están llevando al pueblo sirio al punto de la desesperación”.

“Sin duda, estamos viviendo el peor período de nuestra historia, como resultado de 10 años de guerra sangrienta”, dice la religiosa de raíces armenias. “No conozco ninguna otra sociedad en Medio Oriente cuyos miembros vivan en tan pésimas condiciones en la actualidad”, añade la hermana Annie, que desde hace más de 7 años coordina las campañas de ayuda de Ayuda a la Iglesia que Sufre en las ciudades de Alepo y Damasco.

“A lo largo de todos estos años, el apoyo de Ayuda a la Iglesia que Sufre ha sido un salvavidas y una fuente de esperanza para nuestras familias cristianas, que viven en condiciones verdaderamente inhumanas. La pobreza es omnipresente, hay falta de medicamentos, a veces no tenemos electricidad o incluso agua durante largos períodos. Para muchas personas, la vida es casi insoportable. La mayoría de las familias sirias se sienten afligidas por la presión psicológica y material”, explica.

Con la ayuda de un equipo de 5 personas, está apoyando a 273 familias en Alepo. Al mismo tiempo, la Congregación de Jesús y María supervisa otro programa de ayuda en Damasco para más de 100 familias, muchas de las cuales incluyen miembros muy ancianos que viven en condiciones de extrema pobreza. “Gracias a Ayuda a la Iglesia que Sufre, podemos darles una ayuda básica de subsistencia mensual, que incluyen cupones para la compra de artículos esenciales, como alimentos, combustible para cocinar y, sobre todo, ahora que se acerca el invierno, esterilizadores y medicinas. También hemos podido ayudar con algunas cirugías esenciales. A veces, esto también incluye artículos tan básicos pero indispensables como pañales para enfermos y ancianos”, dice la hermana Annie.

Otra de las necesidades más urgentes, añade, es la ayuda para el alquiler, dada la crítica situación económica. Muchas familias no tienen casa propia y no podrían tener un lugar para vivir sin el apoyo que reciben de Ayuda a la Iglesia que Sufre, que contribuye en parte o, en algunos casos, incluso en su totalidad, dependiendo de la situación particular.  Además del trabajo humanitario, las hermanas tienen varios programas de formación para jóvenes y ofrecen apoyo espiritual: “Esto es muy necesario en un país donde la desolación y el desánimo se extienden, y la esperanza debe ser sembrada”.

La hermana Annie se conmueve especialmente cuando cuenta la historia de un hombre diabético. Hace algún tiempo le tuvieron que amputar una pierna. Luego, su hermana, que lo cuidaba, murió de un ataque al corazón; y ahora otro miembro de la familia tiene que cuidarlo y pasar varias horas todos los días con él. Hace dos semanas, su diabetes comenzó a “viajar” a la otra pierna. El médico no pudo atenderlo, ya que tenía coronavirus, pero le prescribió varios medicamentos por teléfono.

“Se los trajimos, y cuando cayó la noche, este paciente pidió que un sacerdote le trajera el Santísimo Sacramento. Empezó a rezar y lo oímos decir: Señor, tú lo sabes todo; sabes cómo sufro… Pero te ofrezco mis sufrimientos por el bien de las hermanas de Jesús y María, que no me han abandonado. Entonces, le pedí que rezara por todos los donantes. Sonrió y asintió con la cabeza”.

La hermana Annie visita a Michel Giosegios
La hermana Annie visita a Michel Giosegios

De apariencia ligera, serena, pero sin duda, la hermana Annie es una gran luchadora, es una fuente de esperanza para los más necesitados en un país que ha caído en el olvido internacional, y sufre la peor crisis de su historia. Ella destaca que estas oraciones no son en absoluto un hecho aislado. “Cada vez que visitamos a las familias, nos dicen con una cálida sonrisa que rezan todos los días por Ayuda a la Iglesia que Sufre y sus donantes. En nombre de las hermanas de Jesús y María y en nombre de todo el equipo, nos gustaría agradecerles todos sus cuidados y su continuo apoyo”, concluye.

—María Lozano