En Ucrania, “el futuro de la Iglesia es la familia que vive con Dios”

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EN UN PAÍS donde la tasa de natalidad ha caído a un punto crítico, los ucranianos necesitan más que nunca redescubrir el valor de la familia como escenario principal para el alimento de la vocación cristiana. Magda Kaczmarek, que supervisa los proyectos de Ayuda a la Iglesia que Sufre en Ucrania, fue entrevistada después de asistir a un congreso sobre la familia celebrado en ese país.

¿Cuáles fueron sus impresiones generales del país?

Es un país grande y hermoso, y muy acogedor. También es un país que ha pasado por el tormento de 70 años de comunismo. Esto se refleja en las dificultades que tienen muchos jóvenes para establecerse en la vida. La era comunista sigue marcando la sociedad actual. Los malos hábitos persisten, por ejemplo, en la administración pública, que está siendo carcomida por la gangrena de la corrupción. Muchos ucranianos tienen la sensación de que su país no tiene futuro, y los más jóvenes, los más brillantes y los mejores, están emigrando. Otros caen en la desesperación, y es esta falta de esperanza la que explica el alcoholismo, las rupturas familiares, entre otros males.

Fieles ucranianos

La familia está siendo atacada. El 65% de los niños crecen sin un padre; hay unos 300 abortos diarios, y esto en un país donde hay pocos niños. La tasa de natalidad es actualmente de 1,38. Necesita ser de 2,1, solo para reemplazar a la generación actual. El arzobispo Claudio Gugerotti, nuncio apostólico de Ucrania, resumió muy bien el problema: “hay una falta de esperanza en la sociedad y una falta de amor en las familias”.

¿Cómo está la Iglesia católica en Ucrania? 

La Iglesia católica de Ucrania está formada por la Iglesia católica griega y la Iglesia católica de rito latino, que es la más pequeña de las dos. Sin embargo, la Iglesia católica latina, a pesar de no tener más de 1,5 millones de fieles, está haciendo un trabajo maravilloso. Ha vuelto a la vida, después de la era comunista, y es totalmente sorprendente ver la naturaleza joven de su clero, que es un signo del renacimiento de la Iglesia. Pero necesita todo nuestro apoyo para poder reconstruirse, y por eso Ucrania es uno de los países prioritarios de Ayuda a la Iglesia que Sufre, que destina más de 3,4 millones de dólares al año a proyectos de apoyo a la Iglesia católica.

A pesar de su pequeño tamaño, la Iglesia latina desempeña un papel principal en el apoyo a los ucranianos atrapados en una zona de guerra en el este del país, donde Ucrania está luchando contra los separatistas que apoyan los rusos. Su Centro de Rescate Cristiano proporciona a la gente de allí apoyo material y espiritual. La Iglesia también ayuda a los que han huido de la zona de guerra, para que puedan reconstruir sus vidas en otro lugar. También realiza labores pastorales.

Una procesión en Ucrania

Luego está el papel de la familia

Más allá de las pruebas y tribulaciones políticas, la principal preocupación de la Iglesia es la defensa de la familia. Me conmovieron profundamente las charlas que se dieron en el congreso. A menudo fueron enunciadas por padres que están muy involucrados en la vida espiritual y temporal de sus parroquias. Junto con sus esposas, están criando familias grandes, de 5, 7 y hasta 10 hijos, algo bastante excepcional, ¡sobre todo en Ucrania! Están dispuestos a enfrentar la falta de esperanza. Creo que el compromiso de estos hombres es una prueba de que el futuro de la Iglesia reside en la familia que vive con Dios. Esto sucede a través de la oración diaria, el catecismo, la liturgia, la celebración de días festivos y las comidas familiares compartidas.

Estos padres y madres dedicados no son más que un puñado de parientes. ¿Será suficiente su ejemplo para lograr el renacimiento espiritual de Ucrania? 

La clave para esto son las nuevas comunidades. Los padres y madres de las familias que, en el Congreso, dieron un hermoso testimonio de su vida de fe en el seno de la familia pertenecen a las nuevas comunidades, por ejemplo, el Camino Neotecumenal, las Familias de Nazaret, y las iglesias caseras, por nombrar solo algunas. Estas comunidades son lugares de dinamismo espiritual.

El mismo Papa Francisco lo ha dicho: estamos viviendo en una época en la que los cristianos pueden recuperar su espíritu de misión cristiana dentro de estas comunidades, tal como lo hicieron en los primeros años del cristianismo.

—Thomas Oswald