Ucrania: “La gracia de Dios es más grande que los horrores de la guerra”

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El 24 de febrero de 2024 se cumplió el segundo aniversario de la invasión rusa a gran escala de Ucrania. Como el resto de la población, los seminaristas están agotados por la guerra. Pero quieren ser un signo de la presencia de Dios.

Los seminaristas de Ucrania están marcados por la guerra, pero han madurado gracias a su fe. Permanecen al lado de los enfermos y los que sufren, un grupo que crece cada día. Se calcula que el 80% de la población sufre las consecuencias físicas o psicológicas de la guerra.

Como víctimas de la guerra, los seminaristas se sienten cercanos a los que también sufren. Por ejemplo, Vitali, un seminarista greco-católico de Kiev de 28 años, perdió a su padre el 8 de diciembre de 2022. Se había alistado voluntario en el ejército y tenía 52 años. A Vitali se le saltan las lágrimas al recordarlo. Pero el joven seminarista habla de la “suerte de poder enterrarle”. Mucha gente ni siquiera puede encontrar los cuerpos de sus padres, maridos o hijos. Vitali también perdió a uno de sus mejores amigos. “Intento ayudar a quienes también han perdido a alguien cercano. Sin duda puedo entenderles mejor. Pero mi dolor sigue siendo muy grande”. Un año después, la herida emocional está lejos de cicatrizar. Su fe le ayuda a encontrar la paz a pesar del calvario y a apoyar a otros que sufren.

Seminaristas con el padre Ruslan Mykhalkiv

Roberto, seminarista de 23 años de Lviv, trabajó en verano como animador en un campamento juvenil en el este de Ucrania. Algunos de los jóvenes que estaban a su cargo han sido asesinados. Como a todos los ucranianos, la guerra ha dejado a Roberto traumatizado. Explica que mucha gente acude a él con preguntas porque, como seminarista, lleva su hábito religioso. “Muchos me preguntan: ‘¿Cómo puede Dios permitir que ocurra esto? Me resulta muy difícil responder. Pero saco fuerzas de la adoración eucarística”. Roberto explica también el impacto de la guerra en su vocación. “Un día, mi superior me pidió que me ocupara de los refugiados y hablara con ellos. Y fue cuando les enseñaba el catecismo cuando me di cuenta del sentido de mi vocación. Dos de ellos recibieron la Primera Comunión; otro se confesó por primera vez en diez años; otros se confirmaron; ¡y una pareja se casó!”. A pesar de la guerra, Dios continúa su obra.

Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) contribuyó a la creación de los diez seminarios de Ucrania —tres católicos romanos y siete católicos griegos— y actualmente apoya a todos los seminaristas con becas. En Kiev, el padre Ruslan Mykhalkiv, rector del seminario greco-católico de Vorzel, agradeció a ACN su ayuda después de que las tropas rusas ocuparan el seminario durante un mes en 2022. “Las ventanas estaban rotas y todo había quedado destrozado. Pero gracias a vuestra ayuda, ¡el seminario está ahora incluso más bonito que antes! Muchas gracias”. El rector regresó a Vorzel lleno de esperanza de que los seminaristas pudieran reanudar su formación rápidamente tras la ocupación, de ahí su deseo de reconstruir el seminario lo antes posible. Ahora, cuando ve trabajar a sus seminaristas, el rector confiesa: “La gracia de Dios es más grande que los horrores de la guerra.”

—Amélie Berthelin