ACN lucha contra el éxodo cristiano en Siria y Líbano

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Durante años, Siria y Líbano han sido testigos del declive de sus poblaciones cristianas. A través de su participación en múltiples proyectos, ACN lucha activamente contra el éxodo de cristianos.

“Me gustaría salir de Siria lo antes posible y reunirme con mi padre en Holanda, donde nos espera para seguirle”, explica Jessy, una cristiana de 21 años de Homs, en el oeste de Siria. “Por supuesto que me entristecerá irme, pero mucha de la gente que conozco ya ha abandonado el país”.

Una gran parte de la población siria vive en la pobreza provocada por la guerra civil y la inflación. “El 90% de los ciudadanos sirios está pensando en emigrar”, afirma el padre Basilios Gergeos, de la parroquia de San José de Dwel’a, un suburbio cristiano de Damasco.

“Es un momento crucial”

Tanto musulmanes como cristianos se están marchando, pero el número de cristianos en Siria es tan reducido que su marcha pondría en entredicho la existencia misma del cristianismo en el país. Según las estimaciones actuales, solo quedan unas 175.000 familias cristianas. Y no se vislumbra el final del éxodo.

La hermana Annie Demerjian, de la Congregación de Jesús y María, está furiosa por la situación: “¡No es justo! Nuestra gente se muere de hambre. Después de 13 años de sufrimiento, la gente está cansada. Han perdido la esperanza. Es terrible oírles decir que desearían volver a la época de la guerra porque entonces estaban mejor”. Añade que “este es un momento crucial. O ayudamos a los cristianos que quedan a ver un futuro para sí mismos, o se irán todos”.

También en el vecino Líbano, donde el colapso económico ha puesto al Estado de rodillas, emigra tanta gente que las autoridades dejaron de expedir documentos de viaje en 2022, porque el número de nuevas solicitudes de pasaporte había alcanzado las 8.000 diarias. Y no hay indicios de que la emigración vaya a terminar o a ralentizarse, con el temor de que la guerra en Gaza se intensifique aún más. Los cristianos, en particular, se marchan en masa, aunque las raíces del cristianismo en el país se remontan a los primeros tiempos de la Iglesia. Y como dice Jad Chlouk, párroco de la catedral maronita de San Jorge de Beirut: “Si abandonamos el país, ya nadie dará testimonio de Jesucristo aquí”.

Proyectos que están marcando hitos

En este entorno, la Iglesia de Siria y Líbano está haciendo todo lo posible por ayudar a la comunidad cristiana. Y como la Iglesia carece de muchos recursos, Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) está apoyando a la Iglesia local mediante múltiples proyectos.

Una cocina benéfica en Siria da de comer a 300 ancianos y pobres.

El padre Basilios Gergeos expresa su agradecimiento a los benefactores de ACN: “Sin ellos, no podemos estar tan cerca de la gente como nos gustaría. Nos ayudan a servir a la gente”. En la parroquia de Dwel’a, donde trabaja con otros dos sacerdotes, los proyectos apoyados por ACN incluyen una clínica psiquiátrica de día, una guardería, un comedor social, actividades de escultismo, campamentos de verano y la distribución mensual de leche a familias pobres, muchas de las cuales tienen niños con trastornos de crecimiento causados por la desnutrición. “Estas iniciativas muestran a las familias que la Iglesia se preocupa por ellas y está aquí para ayudarlas. Los proyectos desempeñan un papel fundamental a la hora de decidir si se quedan en Siria”, afirma el padre Basilios.

Dado que se trata principalmente de jóvenes que buscan una vida mejor en el extranjero, ACN se esfuerza, con el apoyo de escuelas católicas y diversos grupos comunitarios, por dotar a niños y jóvenes de habilidades sociales, abrirles perspectivas de futuro y reforzar su fe.

En el verano de 2023, la Jornada Mundial de la Juventud se celebró en Siria y Líbano coincidiendo con el acontecimiento principal de Lisboa. La mayoría de los jóvenes de estos dos países carecían de los fondos necesarios para viajar a Portugal. “Fue un acontecimiento que marcó un hito porque era la primera vez que los jóvenes católicos de cada una de las dos naciones podían reunirse, interactuar y animarse mutuamente a construir su país de origen”, afirma Xavier Bisits, responsable del proyecto de ACN en Siria y Líbano. “Todos los jóvenes con los que hablé, especialmente en las regiones menos estables y más remotas, estaban profundamente conmovidos por el sentimiento de unidad y solidaridad”.

“¡Estamos construyendo nuestro hogar!”

Aunque muchos piensen que la emigración es la única manera de que sus familias sobrevivan, tanto los cristianos sirios como los libaneses tienen un fuerte deseo de contribuir al futuro de sus países. Para cumplir este deseo, sin embargo, necesitan independencia económica. El padre Basilios de Dwel’a afirma: “Si los cristianos tienen un techo y un trabajo, se quedarán aquí. Al fin y al cabo, es su hogar”.

En este contexto, los microproyectos supervisados por el Centro Esperanza y cofinanciados por ACN y otras entidades constituyen una importante iniciativa que presta amplia asistencia y apoyo a las familias cristianas. Mediante la concesión de pequeños préstamos, los microproyectos ayudan a financiar equipos, maquinaria y herramientas, y permiten a mujeres y hombres crear sus propios negocios y así independizarse de la ayuda financiera exterior. El programa alivia los daños económicos causados por el aumento de la pobreza y la inseguridad, al tiempo que preserva la dignidad humana, lo que en última instancia salvaguarda la existencia de una comunidad cristiana activa en Siria.

Dando las gracias a los benefactores de ACN, Garabed Avedisian, que trabaja para el Centro Esperanza en Siria, dice: “Con estos proyectos, no solo estamos construyendo nuestro país, ¡estamos construyendo nuestro hogar!”

—Sina Hartert