Un cristiano converso de Irán: “La Biblia es todo lo que tengo”
SEYED MOHAMMAD MAHDI es originario de Irán, un país en el que no existe la libertad religiosa y donde la posesión de una Biblia puede significar una sentencia de muerte. Mahdi fue obligado a dejar Irán y ahora vive como refugiado en España. Comparte su testimonio personal en una entrevista con Ayuda a la Iglesia que Sufre.
¿Cómo era su vida en Irán?
Nací en Irán y tengo 38 años. Mi vida en mi país era bastante normal; tenía trabajo, una casa, era feliz viviendo con mi familia y sobre todo con mi hija. Los extraño mucho; hace 2 días fue el cumpleaños de mi hija, así que le mando un gran beso desde aquí.
¿Qué fue lo que cambió esa vida normal que llevabas?
Fue duro, porque quería convertirme en cristiano, pero este es un largo y duro viaje. En mi país, los musulmanes tienen prohibido cambiar de religión. Así que tuve que irme. No sé cuánto tiempo pasé sin comer, sin agua, caminando por las montañas, los ríos, todas las noches con miedo a la policía y a la gente. Pero gracias a Dios, ahora estoy sano y salvo; estoy con Jesús, en un país libre donde puedo vivir mi fe en libertad.
Y durante este viaje nada podría separarte de lo que aún tienes en tus manos, una Biblia en farsi, el idioma de Irán.
La Biblia es todo lo que tengo. Llevo este libro conmigo a todas partes, porque todas sus palabras tienen un destino y una meta para mí. Siempre me ha ayudado; contiene palabras poderosas para mí.
También llevas un rosario en el cuello.
Sí, va a todas partes conmigo y lo rezo regularmente. Es un regalo especial que me hizo un sacerdote, un gran amigo mío, mi párroco en la Parroquia de San Cosme, en Burgos, aquí en España. Eso es algo que está prohibido en mi país. Y los cristianos de allí tampoco pueden llevar una cruz al cuello ni llevar la Biblia.
¿Cómo es tu vida ahora?
Soy feliz porque soy libre de hablar de Jesús, libre de creer y pensar. Algunos dicen que la fe es una ilusión, pero no es verdad; siempre siento la cercanía de Dios. Cuando llegué a España, era la primera vez en mi vida que veía una iglesia. Entré y sentí algo especial. Fui allí para dar gracias a Dios por haberme preservado la vida, porque fue un viaje extremadamente difícil.
¿Quién lo ayuda en su camino de fe?
Jesús, María, y este libro, la Biblia. Cuando salí de mi país, no sabía a lo que me iba a enfrentar, y hubo muchas veces en las que me dije que no podía ir más allá. Pero Jesucristo me ayudó a no perder nunca la fe, y ahora no tengo miedo de nada.
¿Cómo se sintió el día de su bautismo? Tuvo que ser retrasado debido a la pandemia, ¿no es así?
Fui bautizado por el arzobispo Fidel Vegas, de Burgos. Cuando me echó el agua en la cabeza, cambié completamente, tuve el sentido del perdón de todos mis pecados. Siempre pensé que podría cambiar las cosas malas que había hecho, pero nunca lo logré. Cuando fui bautizado, fue como si Dios me hubiera dado una nueva alma y un nuevo cuerpo, así es como se sintió. Ahora no puedo dejar de pensar en Dios. Cuando me despierto, cuando me acuesto, cuando camino, soy consciente de que Dios ha hecho todas las cosas bien y que el mundo es maravilloso.
—Josué Villalón