125 años de evangelización en Burkina Faso: Una Iglesia llena de vida, a pesar del terrorismo y la violencia
Burkina Faso celebra 125 años de evangelización en un país actualmente asolado por la violencia y el terrorismo. La nación africana, que ocupa el primer lugar en el ranking mundial de terrorismo, sufre graves problemas de seguridad, constantes ataques contra la población civil y regiones enteras a las que solo se puede llegar en helicóptero.
A pesar de esta situación, la Iglesia de Burkina Faso celebra con alegría la llegada de los primeros miembros de la Sociedad de Misioneros de África, conocidos como los Padres Blancos, por el color de sus hábitos, que trajeron la Fe, pero también otros elementos que han sido cruciales para el progreso del país.
Este legado se refleja en el logotipo conmemorativo, que estos días puede verse en las iglesias locales, pero también en la ropa tradicional que visten los burkineses: un mapa de Burkina Faso con símbolos de la fe (la Biblia, la Cruz y la Eucaristía), de la educación (un compás, una escuadra y una pluma) y del desarrollo social, económico y humano, representado por racimos de sorgo, un cereal tradicional burkinés. La imagen está rodeada de conchas de cauri, que se utilizaban como moneda antes de la colonización.

Burkina Faso es mayoritariamente musulmán, pero también hay un gran número de seguidores de religiones tradicionales. A pesar de ser menos del 30% de la población, los católicos han desempeñado un papel importante en la consolidación de la sociedad. Las tres religiones han coexistido tradicionalmente en armonía, e incluso hoy, la mayoría de los católicos tienen familiares —padres, suegros o hermanos— pertenecientes a otras religiones. Las creencias religiosas nunca habían sido un factor de división hasta la llegada de los grupos terroristas hace aproximadamente una década. Estos grupos buscan conquistar territorios e imponer una versión extremista del Islam. Muchos de ellos están vinculados a grupos terroristas internacionales, como Al Qaeda y el Estado Islámico.
Para celebrar el 125 aniversario de la evangelización, la Iglesia burkinesa, con la ayuda de Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), organizó una conferencia de tres días sobre la situación actual y los retos futuros del país, en la que los asistentes tuvieron la oportunidad de reflexionar sobre temas como la educación, la seguridad nacional, el diálogo interreligioso y la familia. Según el arzobispo Laurent Dabiré, presidente de la Conferencia Episcopal de Burkina Faso y Níger, «fue un momento de intercambio, reflexión e investigación. Juntos, como Iglesia y como familia, nos hemos reunido para preparar el terreno de la pastoral del mañana».
El tema de las celebraciones del aniversario es «Iglesia, familia de Dios». El Arzobispo de Bobo-Dioulasso, Mons. Dabiré, explicó este concepto a la delegación de ACN invitada a participar en el acto. «A menudo nos olvidamos de hablar de la Iglesia como familia, la familia de Dios, la familia de los bautizados. Para los africanos, ésta es una definición muy importante de la Iglesia. San Juan Pablo II utilizó esta imagen y dijo que no solo era importante para nosotros, sino para la Iglesia universal. La imagen de la familia en Europa se ha distorsionado mucho, y muchos de los problemas que surgieron allí están empezando a afectarnos también a nosotros, así que es importante debatir esta cuestión».
Debido al ambiente causado por la violencia y el terrorismo, muchas familias de Burkina Faso viven hoy en día divididas. Durante una reunión con ACN, tres seminaristas del Seminario Mayor de San Juan Bautista de Uagadugu, cuyos estudios apoya la fundación, compartieron sus trágicas circunstancias. Uno de ellos lleva años sin ver a su familia, porque viven en una zona de alto riesgo, rodeados de terroristas. Solo reciben ayuda humanitaria cada dos o tres meses, y viven con miedo, hambre y soledad constantes. Las familias de los otros dos son desplazados internos, ya que tuvieron que abandonar sus pueblos a causa de los ataques terroristas, y actualmente sobreviven con la ayuda que les proporciona la Iglesia. El apoyo que presta la Iglesia a los desplazados internos es crucial, ya que es una de sus únicas fuentes de esperanza y ayuda material en estos tiempos difíciles.
A pesar de la realidad actual en Burkina Faso, los católicos celebran su fe, y las iglesias están llenas. Se cree que más de dos millones de personas asistieron a una misa presidida por el cardenal Parolin en febrero, en el santuario de Yagma, a unos 15 kilómetros de la capital, en lo que se describió como una explosión de alegría. Miles de adultos se preparan para bautizarse esta próxima Pascua, y cientos de seminaristas disciernen su vocación al sacerdocio. ACN está ayudando a financiar la construcción de un nuevo edificio en el seminario de Koumi, donde los jóvenes estudian filosofía, porque el espacio actual es insuficiente para el número de estudiantes, y algunos incluso han sido enviados a países vecinos, como Malí o Níger.
Participaron en la conferencia unas 250 personas, entre delegaciones diocesanas e invitados políticos y religiosos. «Todas las religiones y actores sociales fueron invitados a reflexionar juntos sobre cómo afrontar los retos y promover el diálogo interreligioso. Abrimos nuevos caminos para fortalecer la Iglesia como familia, impulsar las escuelas católicas, fomentar el diálogo interreligioso y promover el ecumenismo y la cooperación con nuestros hermanos musulmanes», declaró el Arzobispo Dabiré. Todos estos son factores esenciales para mantener la paz, a pesar de los esfuerzos de los terroristas por socavar el legado de armonía social y respeto que son tan importantes para Burkina Faso. La Iglesia cree que puede ser un puente en esta difícil situación: «La Iglesia no está aquí como fuerza de oposición, sino para hablar del Evangelio y de la doctrina social de la Iglesia, siempre con la mano tendida y a la escucha de todos».
Monseñor Dabiré aprovechó la ocasión para dar las gracias a los benefactores y al personal de ACN, que, según explicó, «no solo aportan ayuda económica, sino también oración, amistad y fraternidad, y que incluso visitan Burkina Faso, a pesar de las difíciles condiciones de viaje».