Apoyo a 26 religiosas en los Andes de Perú

En lo alto de los Andes peruanos, en la arquidiócesis de Huancayo, 26 hermanas de ocho congregaciones diferentes trabajan para servir a Dios y a sus vecinos. En esta vasta región de 6.000 millas cuadradas, del tamaño de algunos países pequeños, no hay más de 743.000 personas, de las cuales aproximadamente el 71,5% son católicas. En consecuencia, cada sacerdote de la diócesis tiene que atender a una media de más de 8.000 fieles dispersos.

Las hermanas trabajan sobre todo con los habitantes de las zonas rurales, la mayoría de los cuales viven en condiciones de extrema pobreza y apenas consiguen ganarse la vida con la ganadería y la agricultura. Las casas en las que viven están construidas al estilo tradicional de la Quincha, y muchos lugares carecen incluso de las infraestructuras más básicas. Además, las hermanas tienen que recorrer largas distancias por carreteras y caminos sin asfaltar para llegar a los fieles.

El cardenal Pedro Ricardo Barreto Jimeno, arzobispo de Huancayo, está muy satisfecho con el trabajo de las hermanas y nos ha pedido que las apoyemos. Nos dice: “Faltan vocaciones. Cada vez tenemos menos vocaciones y, por tanto, menos sacerdotes y religiosos. Huancayo es un territorio muy extenso y los sacerdotes que tenemos no pueden cubrirlo todo. Esta situación hace que la gente de las comunidades más alejadas, a las que no pueden llegar los sacerdotes, se sienta insatisfecha y abandonada.”

También dice: “En estas zonas hay sectas que cada día ganan más adeptos y se aprovechan de la pobreza de la gente. Nuestras religiosas centran su atención y sus actividades en estos lugares, donde los sacerdotes no están regularmente disponibles. Pasan dos o tres días en cada comunidad, llevando a la gente esperanza y alegría, viviendo junto a ellos y compartiendo la realidad de sus vidas para animarlos y mostrar la palabra de Dios con su ejemplo de vida. El trabajo de las hermanas es muy apreciado, pero no tienen recursos económicos para cubrir sus propios gastos de manutención”.

Entre otras cosas, las hermanas preparan a niños, jóvenes y adultos para la recepción de los sacramentos, les enseñan la fe, apoyan a las familias locales y cuidan a los enfermos. Están al lado de estas personas en todas sus necesidades espirituales, psicológicas y materiales.

Para ayudar a las hermanas a continuar con su apostolado, ofrecemos una ayuda básica por un valor total de $10.800 dólares.

¿Puedes ayudar a estas hermanas a llegar a los pobres y aislados en Perú?

Estamos seguros de que se acordarán de ti en sus oraciones.

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