Chad: Un “pequeño rebaño” de cristianos en el desierto

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EL OBISPO PHILIPPE ABBO CHEN ES EL PRIMER JEFE NATIVO DEL VICARIATO APOSTÓLICO DE MONGO, EN EL ESTE DE CHAD. Durante una reciente visita a la sede internacional de Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), describió un territorio en el corazón del desierto del Sahara, donde la mayoría es musulmana, pero la comunidad cristiana desempeña un importante papel misionero.

El Vicariato Apostólico de Mongo incluye un gran desierto. ¿Se trata de una región atípica?

Nuestro vicariato abarca la mitad oriental de Chad, que tiene más de 90.000 millas cuadradas, ¡aproximadamente el tamaño de Francia! Aquí viven unos 1,7 millones de personas; como la tierra es árida, la población es relativamente pequeña. Los musulmanes son mayoría, y solo hay algo más de 15.000 cristianos. Y a pesar de ser una región con pocos recursos, ha acogido a un gran número de refugiados de Sudán.

¿Cómo les ha afectado la guerra en Sudán?

Más de 100.000 refugiados se han trasladado al vicariato. La mayoría son niños, mujeres y ancianos sin recursos. Hacemos lo que podemos para ayudarles, pero estamos limitados. Y tenemos nuestros propios conflictos ancestrales con agricultores y pastores nómadas.

¿Qué tipo de conflicto existe entre los agricultores y los nómadas?

En la mayoría de los casos, se trata de rebaños procedentes del norte que vagan libremente por las tierras cultivadas del sur. Los campos no están vallados, por lo que los animales acaban dañando los cultivos. Cuando el agricultor se enfrenta al pastor, la situación suele empeorar. Entonces todo el mundo llama a un hermano o a un primo, ¡y la discusión se convierte en pelea!

Por desgracia, muchos de los nómadas van bien armados. A finales de agosto, me llamaron al lugar de uno de estos conflictos, en Mangalmé, a 100 km de Mongo. Un hombre intentó sacar a dos bueyes de su campo, y la cosa se convirtió en una gran pelea con cuchillos. Diez personas resultaron muertas.

Como obispo, ¿por qué está llamado a intervenir en una disputa así?

Tanto los agresores como las víctimas eran musulmanes, pero en nuestra región hay un gran respeto por los líderes religiosos. Me pidieron que fuera allí como hombre de Dios, y pude reunirme con las víctimas. Como siempre, los agresores habían desaparecido en el desierto. Por desgracia, este tipo de violencia no ha hecho más que aumentar con el tiempo.

Fieles de Chad

¿Cuál cree que es la causa del aumento de la violencia?

Hay muchos factores. Por un lado, el desierto aumenta y las tierras de pastoreo disminuyen. La población del Chad también aumenta, lo que provoca luchas por los recursos, agravadas por la proliferación de armas de fuego. La discusión más simple puede escalar muy rápidamente cuando hay AK-47 de por medio. Por último, el Estado chadiano sufre una crisis de autoridad desde la muerte del presidente Idriss Déby en abril de 2021. Nos preocupa el futuro del país. El sistema educativo se desmorona y los precios de los alimentos se han triplicado. En este contexto, nuestra Iglesia es un refugio.

¿Se discrimina a los cristianos por su fe?

A veces nuestros feligreses nos dicen que tienen miedo de mostrar su fe en ciertos ambientes. Pero, en general, somos perfectamente libres de practicar el cristianismo. Podemos tocar las campanas de nuestra iglesia y celebrar procesiones en las calles.

Sin embargo, en los últimos años hemos tenido algunos problemas con jóvenes imanes que regresan de formarse en Sudán y suscriben una visión más estrecha del Islam. Rechazan las relaciones fraternales con miembros de otras religiones, y esto podría convertirse en un problema a largo plazo.

Por último, las conversiones suelen ser mal recibidas por la familia del converso. Uno de mis hermanos se convirtió al islam y tengo una buena relación con él, pero no siempre es fácil. En mi país, las personas no existen como individuos, sino como parte de un grupo. Por eso, un enfoque más individualizado de la religión no suele ir bien, sobre todo cuando se trata de un musulmán que se convierte al cristianismo. Este año hemos tenido tres casos de violencia en familias de conversos que acabaron por no bautizarse.

Pero a pesar de estas dificultades, están a punto de ordenar dos nuevos sacerdotes para el vicariato. Es impresionante para una comunidad de 15.000 habitantes. ¿Cómo se explican las nuevas vocaciones en un entorno tan difícil?

Tenemos una Iglesia vibrante. La catedral de Mongo, construida hace menos de una década, ya es demasiado pequeña para acoger a todos nuestros fieles, por lo que debemos celebrar varias misas dominicales. Tenemos cientos de bautizos cada año. Nuestra comunidad es una pequeña minoría en un vasto territorio, pero tiene una misión evangelizadora única.

Y también quiero aprovechar esta entrevista para dar las gracias a Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), que ha contribuido a sufragar los gastos de formación de nuestros dos seminaristas.

—Sylvain Dorient