Dos secuestros de niñas cristianas menores de edad en Pakistán

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ESTA ES LA HISTORIA de Samra Munir (13) y Neha Pervaiz (14). Ambas chicas católicas fueron secuestradas de sus casas por musulmanes radicales. Samra fue obligada a casarse y convertirse al islam; su familia no la ha visto desde su secuestro. Nehah fue más afortunada y se alejó de su captor, aunque sufrió agresión sexual. Estos son solo 2 ejemplos de secuestro de niñas cristianas menores de edad en Pakistán y de la práctica del matrimonio forzado y la conversión al islam. El número de estos incidentes está aumentando considerablemente.

Samra ama a su familia y entiende que debe ayudarlos; le gusta cocinar y colaborar con las tareas domésticas. Solo ha completado 3 años de escuela primaria; la familia vive con un salario diario y sus padres no pueden pagar las cuotas de la escuela.

Samra Munir

El 16 de septiembre de 2019, Samra estaba sola en casa. Sus padres estaban trabajando y sus hermanos estaban en el mercado. Fue entonces cuando la secuestraron: la metieron por la fuerza en un auto y se la llevaron. El hermano de Samra, Shahzad, vio el auto yéndose. Corrió tras él, pero no pudo alcanzarlo. Los padres de Samra informaron repetidamente del secuestro, pero la policía local insistió en que no se la llevaron, sino que ella se había escapado de su casa. A sus padres les dijeron que no hicieran escándalo.

Pasó algún tiempo antes de que la familia recibiera una noticia. Se enteraron de que Samra se había casado y convertido al islam. En su certificado de matrimonio figuraba su edad de 19 años. La policía ordenó a sus padres que no volvieran y los amenazó con que su otra hija, Arooj, correría la misma suerte.

Aún así, la familia persistió. Pidieron un préstamo de 40.000 rupias (unos 260 dólares) para darles a los oficiales cada vez que fueran a la comisaría, con la esperanza de que eso los incitara a actuar; también vendieron su máquina de coser y sus teléfonos. Cada rupia que ganaron se destinó a la búsqueda de Samra, pero hasta ahora nada ha resultado.

Arooj dijo: “Mi vida no es fácil. Extrañamos a Samra; no comemos ni dormimos apropiadamente. No voy a la escuela porque no podemos pagar las cuotas. Aún así, sé que Dios no nos ha abandonado. Jesús está conmigo. Llevo un rosario todo el tiempo, y rezo para que la Madre María continúe protegiéndonos.

Esta zona no es segura para nosotros. Mis amigos musulmanes me tratan bien, pero a sus madres no les gusto. Piensan que soy impura; solo puedo usar ciertos platos y vasos. Amo a mi país, pero quiero vivir donde todos seamos respetados. Humildemente, pido a los líderes mundiales que trabajen por nuestra seguridad y paz. La gente se olvida de ser amable”.

Neha Pervaiz le contó a Ayuda a la Iglesia que Sufre su propia historia:

“Soy, en muchos sentidos, una chica normal. Me encanta dibujar y correr; me encanta jugar con mi mejor amiga Madiha y mis 3 hermanos menores. Pero también soy cristiana, y he sufrido mucho por ello”.

Neha Pervaiz

“Mi tía, cuyos hijos he cuidado y bañado, permitió mi violación y secuestro. Mientras estaba en su casa, mi hermano y yo fuimos encerrados en cuartos separados y golpeados. Un hombre llamado Imran me violó y me obligó a recitar el Corán; al principio me negué, pero por ello golpearon más fuerte a mi hermano. Cedí para mantenerlo a salvo”.

“Entonces, durante 7 días, me tuvieron cautiva en la casa de Imran, hasta que una de sus hijas me perdonó. Uno de los hijos de mi tía me acogió y me mantuvo escondida. Me prestó un burka y 500 rupias (unos 3,50 dólares) para que pudiera volver a salvo con mi familia. Pero mis padres no me creyeron cuando les dije lo que había pasado”.

“Ahora vivo en un recinto parroquial. Pero no estoy a salvo. No puedo ir a ninguna parte sola, porque podría ser atacada de nuevo, y no puedo practicar el culto libremente. No tengo seguridad ni protección legal. Aún así, no quiero dejar mi país. Este es mi hogar. Quiero estudiar Derecho para poder proteger a otras chicas de crímenes similares. También espero que los líderes mundiales apoyen una legislación que garantice la seguridad de las mujeres y evite la conversión y el matrimonio forzoso”.

“Dios me protegió y escapé. Llevo con orgullo la cruz dondequiera que vaya”.

—Tabassum Yousaf