En el norte de Mozambique, “están disparando por todas partes”
ESTAMOS CORRIENDO, HUYENDO, TRATANDO DE ESCONDERNOS AQUÍ EN LA ORILLA. Están disparando por todas partes. Que sea como Dios quiera, aquí en Palma”. Estas son las palabras de un hombre de la ciudad de Palma, en el extremo norte de Mozambique. Grabó este mensaje a media tarde del 24 de marzo, en pleno ataque a la ciudad por parte de los islamistas. En la grabación, que fue enviada a Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), se puede ver al hombre corriendo, diciendo que “las casas han sido abandonadas”.
Estos acontecimientos están siendo seguidos con gran preocupación desde más al sur, en Pemba, la capital de la provincia de Cabo Delgado. Allí también se han reunido ahora muchos sacerdotes y religiosos que se vieron obligados a abandonar sus parroquias y misiones por los ataques, que asolan esta región desde 2017.
El padre Edegard Silva —un misionero brasileño afincado en Pemba, cuya propia parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en el distrito de Muidumbe, fue el escenario de uno de los ataques terroristas más violentos del año pasado— explica que el último atentado se esperaba. “Ya lo esperaban, porque en las últimas dos semanas estos malhechores e insurgentes habían llevado a cabo una serie de ataques en la región de Nangade, y casi todas las comunidades cercanas a Palma ya habían sido atacadas”.
En un mensaje a ACN, el padre Edegard confirmó que la población de Palma ha huido. “Muchas de las familias de nuestros catequistas en Palma se han puesto en contacto con nosotros para decirnos que han huido. Cuando se producen estos ataques, la gente huye a las montañas, por lo que es difícil comunicarse con ellos debido a la débil señal telefónica y al hecho de que las baterías de sus teléfonos móviles se han agotado”, explicó”.
El misionero continuó explicando que la ciudad de Palma está en el corazón de la región “donde la multinacional petrolera Total está completando su gran exploración de campos de gas en alta mar” y muchos observadores sugieren que el control de los campos de gas es una de las principales razones de la “insurgencia”, como se suele denominar a la violencia localmente.
Desde octubre de 2017, la provincia de Cabo Delgado ha sido objeto de ataques por parte de grupos armados, vinculados a ISIS, una situación que ha sumido a toda la región en una enorme crisis humanitaria. Según cifras de la ONU, a finales del año pasado ya había más de 670.000 refugiados y desplazados internos; más de 2.000 personas han muerto.
Desde el comienzo de la crisis, ACN ha apoyado los esfuerzos de la Iglesia local para ayudar a las personas afectadas, y ya ha proporcionado ayuda de emergencia por valor de cerca de $200.000 dólares. Al mismo tiempo, la organización está proporcionando ayuda de subsistencia a los sacerdotes y religiosos que atienden a esta población, así como apoyando la formación de seminaristas y religiosos, además de patrocinar una serie de otros proyectos para suplir las necesidades más urgentes para la vida de la Iglesia, no solo en la diócesis de Pemba sino en todo Mozambique.
“Confiamos en que Jesús ponga fin a los sufrimientos de nuestra provincia de Cabo Delgado, para que esta guerra que nadie entiende y que atropella a todos, termine cuanto antes”, dijo el obispo auxiliar de Maputo y administrador apostólico de Pemba, capital de la provincia, António Juliasse Ferreira Sandramo, en su homilía del Domingo de Ramos”.
—Paula Aido