En un hospital del Líbano: “Tenemos que levantarnos nuevamente de las ruinas”
- noviembre 17, 2020
“OH, DIOS MÍO”, exclama la hermana Nicolas Akiki, directora del hospital. Esta es la primera vez que ha estado en esta parte del hospital desde que fue devastado por la explosión del 4 de agosto en Beirut. Su mano va a su corazón y lucha por contener las lágrimas mientras mira en silencio los restos. Su rostro revela la angustia que siente al ver tantos años de duro trabajo y sacrificio destruidos en el espacio de 7 cortos segundos.
En el noveno piso del edificio, el convento en el que normalmente viven 9 de las hermanas también ha sido muy dañado. Una pared cayó sobre una de las hermanas, hiriéndola en el brazo. “Pero ninguna de ellas murió. Fue un milagro, porque las ventanas se rompieron, y esparcieron cristales rotos por todas partes; y los techos de algunas de las habitaciones de las hermanas también se derrumbaron. Por eso, a pesar de mi tristeza, doy gracias a Dios y a Nuestra Señora del Rosario por haber protegido a la hermana Nicolas, explica, mientras señala, e incluso casi acaricia, la imagen de Nuestra Señora del Rosario que está colgada en el pasillo del convento.
Otra de las hermanas, Arlette, relata que había ido al baño a buscar un medicamento cuando oyó una voz que le decía “sal, sal” y que le hizo dar un paso atrás, justo un momento antes de que el espejo del baño y todo el techo del baño se viniera abajo.
El hospital está situado en el barrio Gemmayze, de Beirut, cerca del puerto. Antes de la explosión tenía 200 camas, además de algunas importantes y muy modernas instalaciones médicas y quirófanos en sus 18 pisos, 9 de ellos subterráneos y 9 sobre el suelo. Pero sin duda, el corazón del hospital, su fuerza motriz oculta, son las propias hermanas. “El hospital no es un fin en sí mismo, es un medio para ayudar a nuestros pacientes con toda nuestra energía y compromiso a superar algunas de las fases más difíciles de sus vidas, tiempos ensombrecidos por el sufrimiento, la incertidumbre y el miedo”, explica la hermana Nicolas. Todas las hermanas combinan su experiencia profesional en los distintos departamentos del hospital con su vocación de atención pastoral y preocupación espiritual humana por los pacientes, y también por el personal del hospital.
“Sin ellos, el hospital sería un lugar diferente; ellos son la fuerza detrás de nuestro trabajo”, dice Maron Rabash, quien ha estado trabajando durante 28 años. “Este hospital, con su espíritu cristiano, es muy necesario en Beirut. Muchos pacientes eligen venir aquí porque saben que serán tratados de manera ética”, explica este anestesiólogo.
El hospital, dirigido por las Hermanas del Rosario, está situado en el noreste de Beirut, en un barrio densamente poblado de la ciudad. Antes de la explosión, atendía a muchas familias afectadas por la crisis económica. “A veces, no podían pagar, así que les pedí que pagaran la mitad, lo cual era todavía imposible para muchos, así que les dije que pagaran lo que pudieran o que lo pagaran a plazo”, dijo la hermana Nicolas. “Este hospital era la perla de Beirut, y nuestra capilla es la perla del hospital. Ahí es donde todos podían ir: el personal (80 doctores y 92 enfermeras), los pacientes y sus familiares, siempre que querían ganar nuevas fuerzas, buscar consejo y recuperar la esperanza”.
Por el momento, solo 2 pisos del hospital están en condiciones de funcionar. Han conseguido reparar uno de los ascensores, para poder llevar a los pacientes arriba al quirófano y para las pruebas de COVID. La hermana Clotilde, encargada del departamento de enfermería, nos dice que muchas de las enfermeras están traumatizadas. Algunas de ellas fueron heridas y Jacqueline, de 60 años, murió como resultado de la explosión. Su fotografía está en la entrada del hospital, con una vela encendida delante.
Las hermanas están acostumbradas a tiempos difíciles. Aún conservan vívidos recuerdos de la experiencia de la última guerra civil. “Debido a nuestra situación en la frontera entre áreas de diferentes religiones, nuestro hospital fue el lugar de refugio para todos los pacientes, sin ninguna discriminación. Dimos todo nuestro tiempo y devoción para cuidar a todos los pacientes, incluso en los momentos más difíciles, cuando no había pan u otros alimentos disponibles durante varios meses”.
Las hermanas buscan financiación de instituciones internacionales y gobiernos para poder reconstruir el hospital. Ayuda a la Iglesia que Sufre Internacional ha prometido ayuda para reparar el convento de las hermanas. La hermana Nicolas ha enviado el siguiente mensaje a los benefactores: “Sé que Dios está con nosotros. Lo veo en las manos de tantas personas que no nos han olvidado. Con su ayuda, podremos continuar nuestro trabajo y empezar de nuevo. Tenemos que levantarnos nuevamente de las ruinas. Nuestra Señora del Santo Rosario nos guiará en nuestro trabajo”.
—María Lozano
- noviembre 17, 2020
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