En las Llanuras de Nínive en Irak, un sacerdote le dice a su rebaño que sea valiente

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El padre Duraid Barber es un sacerdote de la Arquidiócesis sirio-católica de Mosul, Kirkuk y Kurdistán. Nacido y criado en Qaraqosh, un pueblo cristiano en las Llanuras de Nínive, pasó 3 años en el exilio en Kurdistán después de que ISIS arrasara la región. Regresó a Qaraqosh en junio de 2017, siendo el primer sacerdote en hacerlo. Sirve en la Iglesia de San Jacobo y es parte del personal de la Casa de Servicios de la Iglesia de San Pablo. Recientemente habló con Ayuda a la Iglesia que Sufre:

Aid to the Church in Need serves the persecuted and suffering Church around the world, including in the Middle East, where jihadists persecute Christians
Padre Barber

¿Qué lo motiva en su trabajo pastoral?

Mi amor por el servicio y la amplia gama de necesidades humanas: espirituales, psicológicas, educativas y sociales. Los sacerdotes desempeñan un papel importante en el desarrollo de la persona humana, damos la sensación de que pertenecen a una comunidad que está unida en una sola fe.

 ¿Qué le da el coraje para permanecer en las Llanuras de Nínive?
La esperanza y el coraje están ligados a un principio al que me adhiero: Creo que la gente debe servir dondequiera que esté y seguir el ejemplo de Cristo, que murió al servicio de los demás. Cristo no huyó. Frente a la persecución y la muerte, permaneció firme, proclamando la verdad.

¿Qué papel juega la Iglesia en la vida diaria de los cristianos que han vuelto a la Llanura de Nínive?

La Iglesia, actualmente, tiene un papel que desempeñar además de proporcionar atención pastoral y espiritual, de administrar los sacramentos y la formación cristiana de los fieles. Cuando los Gobiernos e instituciones no actúan, la Iglesia interviene: servimos a nuestra comunidad en ausencia de empleos y servicios sociales básicos. Desempeñamos un amplio papel en la vida de nuestro pueblo; ofrecemos todo lo que podemos para que los cristianos de Irak puedan permanecer en su tierra natal y proclamar libremente su fe, en definitiva, para que puedan proclamar el Reino de Dios y su Palabra, para que la paz se extienda por todo el mundo.

¿Cómo evalúa la situación actual en Qaraqosh?

Hay cosas buenas y malas, pero me centro en las buenas: esta es nuestra tierra ancestral, y es hermosa. Todos compartimos una historia. Hay una rica presencia cultural cristiana en la región y es crucial que se mantenga, rodeada como estamos por diferentes naciones y creencias. Los cristianos deben permanecer en la región. Es su deber difundir y proteger la luz, para que pueda brillar en la oscuridad. Así como la sal añade valor y sabor a la comida, la luz de nuestra fe enriquece la cultura en general. Nuestro pueblo tiene el apoyo total de la Iglesia. Priorizamos la paz y el respeto a la dignidad humana.

¿Qué les dice a los cristianos que aún no han regresado a las Llanuras de Nínive, los que temen lo que el futuro pueda separarles a sus familias?

Si los cristianos quieren ser como Cristo, deben hacer lo que puedan para llevar su mensaje a los no cristianos, incluso en medio del conflicto. Nuestra presencia aquí es vital. Dicho esto, todas las personas tienen derecho a vivir en paz y cada una es libre de elegir entre emigrar o quedarse. No obstante, nuestro principio es que todo ser humano tiene que llevar su cruz y seguir a Jesús; tampoco debemos olvidar que los cristianos están oprimidos dondequiera que estén a causa de la Palabra de Cristo.

¿Cuál es su mensaje para los jóvenes cristianos en Ira y en la diáspora?
Dondequiera que vayan, llevan a Cristo, cuyo Evangelio nos enseña cómo vivir y amar. Nuestros hijos deben mantener y promover sus enseñanzas y compartirlas con otros en nombre de la paz.

Desde 2014, Ayuda a la Iglesia que Sufre, con proyectos por un total de más de 40 millones de dólares, ha estado a la vanguardia del apoyo a los cristianos iraquíes, incluida la ayuda humanitaria a los fieles que huyeron a Kurdistán para escapar de ISIS, la reparación y reconstrucción de hogares cristianos en las Llanuras de Nínive y, actualmente, la reconstrucción y reparación de la infraestructura de la Iglesia en el norte de Irak.

—Ragheb Elias Karash