Los temores de la violencia anticristiana en Níger, en tiempos de COVD-19
EL COVID-19 está afectando a todo el mundo. Sin embargo, mientras que la lucha de muchos países es en los hospitales y laboratorios, en algunas naciones la crisis de la atención sanitaria se está viendo agravada por serios problemas sociales. Níger es un ejemplo. Aunque las autoridades políticas y administrativas han tomado medidas rápidas para combatir la propagación del virus, no resulta fácil persuadir a algunos grupos de la necesidad de estas decisiones.
La población del Níger es 96% musulmana. El 12 de abril de 2020, las autoridades civiles prohibieron las oraciones y reuniones públicas en todas las mezquitas e iglesias. La Conferencia de Obispos Católicos de Burkina y Níger ya había aconsejado a todas las diócesis que suspendieran las misas públicas dominicales y diarias, así como las reuniones de oración en los suburbios y demás lugares.
Sin embargo, algunos grupos musulmanes dirigidos por imanes extremistas no respetan las medidas de protección. Fuentes locales cercanas a la Iglesia católica han comunicado a Ayuda a la Iglesia que Sufre que, además de los disturbios en la capital Niamey, los habitantes de la ciudad de Meyahi, que no está lejos de Maradi, la segunda ciudad más grande del país, salieron a la calle para protestar contra la prohibición de las oraciones de los viernes. Atacaron y destrozaron edificios gubernamentales e incendiaron una escuela y una universidad local. Al mismo tiempo, otra fuente local de la región de Zinder, en el sudeste del país, que prefiere permanecer en el anonimato, confirmó a la Ayuda a la Iglesia que Sufre la reacción hostil de grupos musulmanes indignados: “Hubo disturbios, primero a unas 10 millas de Zinder y luego en la misma ciudad. Afortunadamente, las autoridades respondieron rápidamente esta vez —para evitar que se repitieran los fatídicos acontecimientos de enero de 2015— y llamaron a algunos policías de Maradi para reforzar la seguridad en la ciudad, incluso en los alrededores de la misión católica. La ciudad se vio abrumada por el olor a neumáticos quemados y gas lacrimógeno. Sin embargo, la misión católica no sufrió daños”.
No obstante, todos estos incidentes han creado un clima de gran temor entre la pequeña comunidad católica de este lugar, que todavía recuerda lo que sucedió hace 5 años, cuando más de 45 iglesias cristianas fueron atacadas y quemadas como reacción a la publicación de las “caricaturas de Mahoma” en la revista satírica francesa Charlie Hebdo.
Sin embargo, el obispo Ambroise Ouédraogo, de Maradi, no cree que se repitan esos hechos. “La situación con el coronavirus es diferente del incidente de Charlie Hebdo, porque no se trata de un conflicto religioso ni político”, dijo. “En 2015, la oposición política buscaba la manera de provocar un levantamiento para poder derrocar al Gobierno de turno, y la Iglesia fue un práctico chivo expiatorio. Pero creo que con el coronavirus no se atreverán a atacar a los cristianos de la misma manera”.
A pesar de su confianza en el Gobierno, el obispo advirtió: “Tenemos que estar en guardia, ya que las reacciones de los musulmanes fundamentalistas son impredecibles. ¡Pero cuento con que no vayan tan lejos!”.
A nivel eclesial y pastoral, el obispo Ouédraogo ya empieza a pensar en la “era post-coronavirus”. Como resultado del bloqueo impuesto a las iglesias y comunidades cristianas en Níger desde el 19 de marzo, los cristianos están ahora rezando dentro de sus casas con sus familias. “Inevitablemente, este período de bloqueo tendrá repercusiones en la vida y la fe de nuestros cristianos, tanto positivas como negativas. Habrá un antes y un después. Para algunos, el hecho de no poder participar en la celebración eucarística profundizará su deseo y sed de Dios y de la unión y comunión con él y con su comunidad. Para los cristianos tibios, sin embargo, esto podría ser el final”.
Aún así, el obispo sigue siendo optimista: “¡Preparémonos para la Fiesta de Pentecostés y para el nacimiento de una Iglesia renovada y carismática que se abra al mundo! Atrevámonos a dejarnos alzar por el soplo del Espíritu Santo, que quiere hacer de nosotros hombres y mujeres nuevos para un mundo de amor, paz, justicia y perdón”.
—María Lozano