Obispo de Burkina Faso: mientras los cristianos son blanco del terror islámico, “Occidente permanece indiferente”
“HAY UNA PERSECUCIÓN continua de cristianos. Durante meses, los obispos hemos denunciado lo que está pasando en Burkina Faso, pero nadie nos escucha. Evidentemente, están más preocupados por proteger sus propios intereses.” Esta fue la reacción del obispo Justin Kientega, de Ouahigouya, después de otro ataque dirigido deliberadamente a los cristianos: el 1 de diciembre, los terroristas atacaron una iglesia protestante en la Gobernación de Fada N’Gourma, cerca de la frontera con Níger, donde 14 cristianos fueron asesinados.
“Nadie se ha adjudicado el ataque, como tampoco nadie lo ha hecho con los anteriores”, dijo el obispo a Ayuda a la Iglesia que Sufre. “Así que no sabemos si se trata de un grupo o de varios grupos que están involucrados. Lo que sí es cierto, sin embargo, es que están llevando a cabo una campaña islámica y tratando de provocar un conflicto entre las religiones en un país donde los cristianos y los musulmanes siempre han vivido pacíficamente uno al lado del otro”.
El obispo Kientega cree que los islamistas están tratando de sembrar el terror en la comunidad cristiana, sobre todo para poder apoderarse de sus tierras y propiedades. Después de la violencia, muchos cristianos han abandonado sus hogares y han huido; la Iglesia se ocupa de miles de desplazados internos.
Desde principios de este año, más de 60 cristianos han sido asesinados en Burkina Faso, ante la aparente total falta de interés de Occidente. Esta indiferencia fue tema de una reciente reunión de las Conferencias Episcopales de Burkina Faso, Níger, Mali, Costa de Marfil y Ghana, celebrada en Uagadugú, capital de Burkina Faso. “Nos preguntamos cómo es posible que tanta gente no sepa nada de nuestra situación y cómo los Gobiernos y los medios de comunicación occidentales simplemente no la mencionan. Acuso a muchas de las potencias occidentales de tener interés en que continúe la violencia, y sus beneficios son más importantes que nuestras vidas”, dijo el obispo.
Los cristianos del país están lidiando con lo que el obispo llamó un “nivel de inseguridad sin precedentes”, que está limitando enormemente la libertad de movimiento de la Iglesia, cuyos sacerdotes ya no pueden viajar a las aldeas periféricas para atender a los fieles.El obispo Kientega hizo un nuevo pedido a la comunidad internacional, a través de Ayuda a la Iglesia que Sufre: “El mundo debería ver lo que sucede en Burkina Faso, y las potencias occidentales deberían detener a los que están cometiendo estos crímenes, en lugar de venderles las armas que utilizan para matar a los cristianos. Estamos siendo perseguidos; pero mantenemos nuestra confianza en el Señor y esperamos que todo esto pueda llegar pronto a su fin. Gracias a todos ustedes por sus oraciones”.
—Marta Petrosillo