Obispo de Mozambique: ‘Nadie pide el martirio, pero es algo que puede ocurrir en cualquier momento’
EN ENTREVISTA CON AYUDA A LA IGLESIA QUE SUFRE (ACN), monseñor Antonio Juliasse, administrador apostólico de la diócesis de Pemba, en la provincia de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, habló sobre esta región que desde 2017 ha sufrido una oleada de atentados terroristas.
¿Qué balance hace de sus primeros seis meses al frente de la diócesis de Pemba?
Llegué un mes después del atentado en la ciudad de Palma, un suceso que aumentó la sensación de inseguridad en toda la provincia de Cabo Delgado. Ese acontecimiento nos dejó a todos conmocionados. Hubo muchas llamadas telefónicas de los superiores generales de las congregaciones religiosas, preguntándose si sería conveniente o no retirar a sus miembros de la diócesis de Pemba. Creo que superamos juntos ese momento, y fue bueno encontrar un camino en medio de la oscuridad, y bueno, que Dios estuviera con nosotros en ese momento, ayudándonos a hacer un discernimiento más profundo. Es bueno también descubrir esta perspectiva más profunda de nuestra misión y nuestro compromiso cristiano, y nuestra respuesta a la dimensión del martirio, ya que nadie va en búsqueda del martirio, pero es algo que puede ocurrir en cualquier momento.
“Podemos estar en riesgo, pero al mismo tiempo estamos aquí en una misión, y estamos aquí por Jesús. Tenemos que seguir aquí”. Me conmovió profundamente escuchar respuestas como estas de los misioneros y sus superiores. También había otro frente en el que trabajar, de carácter más humanitario, era el de acoger a los refugiados”.
¿Qué pasa con el apoyo psicológico que ofrece la Iglesia?
La Iglesia está muy implicada en esta labor de apoyo psicológico. Tenemos equipos formados que van a todos los lugares donde viven los refugiados. Entendemos que no siempre es fácil hacerlo, ya que el apoyo psicológico de este tipo requiere bastante más dedicación y lo que llamamos “caminar juntos”, y hay mucha gente involucrada. Sencillamente, no tenemos la capacidad física para acompañar a todos al mismo tiempo. A su vez, nuestro apoyo psicológico y social implica también el fortalecimiento de las redes familiares y comunitarias existentes, para que estas redes puedan funcionar también como medio de sanación para sus miembros.
¿Cuáles son las necesidades más urgentes ahora en la diócesis de Pemba?
Cuando visitamos los campos de refugiados, vemos todo tipo de personas: niños, adolescentes, adultos, ancianos. Cada uno de ellos tiene su propia historia que contar, una historia difícil porque es una historia de sufrimiento. Y cada uno de ellos quiere que les escuchemos y oigamos sus preocupaciones. Y estas preocupaciones comienzan con las necesidades más básicas. Hay muchas cosas que son urgentes. No estoy dando prioridad solo a la ayuda de emergencia, pero la alimentación y la atención sanitaria siguen siendo una necesidad prioritaria para este gran número de refugiados. Han faltado medicamentos básicos en todas partes. Este es también un aspecto urgente de nuestro programa de ayuda, porque de lo contrario podría haber un brote de ciertas enfermedades en los campamentos. También es urgente suministrar a la gente las vacunas contra el COVID-19.
En cuanto a la ayuda alimentaria, la gente come un día, y al día siguiente vuelve a necesitar comida, y así continúa. No es algo que se pueda dar una sola vez; tiene que ser continuo, hasta que las familias puedan mantenerse. La época de siembra empezará pronto, con las lluvias, sobre todo el maíz, la yuca y los demás cultivos de alimentos básicos. Tenemos que asegurarnos que las familias dispongan de los medios necesarios, y esto implica tener un azadón, un hacha, todo lo que necesitan para trabajar los campos. Al mismo tiempo, tenemos que asegurarnos que tengan suficiente tierra para cultivar.
¿Y la dimensión espiritual?
Es una prioridad para la Iglesia y requiere una pastoral de integración de los refugiados a la vida espiritual de los lugares donde se encuentran. Hay tensiones entre la población local y los que han acogido a los refugiados. Este es también uno de los aspectos en los que la Iglesia tiene un papel que desempeñar, empezando por los líderes cristianos locales e influyendo en ellos para promover un clima de convivencia amistosa entre los refugiados y los que ya viven en la zona.
¿Qué le gustaría decir a los donantes de AIN?
ACN es muy importante para nosotros, ha sido un compañero, una mano amiga y cercana, siempre caminando junto a la Iglesia en Mozambique. En nombre de la Diócesis de Pemba y de todo el pueblo de Cabo Delgado, me gustaría agradecerles toda la ayuda financiera que hemos recibido y todas las formas particulares en que han ayudado, y también toda la ayuda que hemos recibido a través de lo que no podemos ver, es decir, sus oraciones.
—Paulo Aido