En Pakistán, los cristianos son objeto de maltrato y violencia que a menudo queda impune

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NASEEM NAWAB es una enfermera católica paquistaní que trabaja en un hospital de Karachi desde 2008. Le contó a Ayuda a la Iglesia que Sufre la paliza que recibió este verano a manos de 2 colegas musulmanes. Este es un ejemplo de un patrón constante de discriminación y persecución que sufren los cristianos paquistaníes.

“El 3 de agosto [2019] bajé las escaleras cuando finalizó mi turno y encontré a Ambreen y Alia, compañeros de trabajo, esperándome. Inmediatamente, comenzaron a golpearme. Me tiraron al suelo, me dieron patadas en la espalda y me tiraron del pelo. Se detuvieron porque intervino otra enfermera de guardia”.

Naseem Nawab

“Me perseguían porque me opuse a la forma en que trataban a una estudiante de enfermería de segundo año, una chica cristiana llamada Mishal. Cuando les dije que no la intimidaran, me preguntaron por qué estaba interfiriendo con alguien de su pabellón. Me dijeron que ella era su responsabilidad. Un mes después, no han admitido que esta fue la causa de mi golpiza ni han sido castigados por la administración del hospital, a pesar de que presenté una queja formal. Ni la policía ha hecho nada”.

“Amo a Pakistán. Mi familia está aquí, y tengo un respetable y buen trabajo. Pero, para los cristianos, no es seguro. Los informes de discriminación y conversión forzada han aumentado, y temo ser castigada por mi fe. Temo que mis hijos estén en peligro. Siempre les digo: no vayan solos a ninguna parte”.

“No podemos adorar libremente. El camino a San Judas, nuestra iglesia local, está lleno de gente que se burla de nosotros, incluso nos sigue. Y el culto privado también es casi imposible. Para ahorrar dinero, vivimos en el hospital, donde nuestras oraciones se consideran una molestia. Y una vez hubo un intento de violación en el hospital, una agresión de jóvenes musulmanes a una mujer cristiana. Debemos ser cautelosos”.

“Pero, a pesar de esto, sé que Dios está de mi lado, y me reconforta su presencia. Tengo la Biblia en mi teléfono, y la leo cuando tengo miedo, especialmente los Salmos 23 y 121. Y rezo constantemente”.

“Rezo por la paz en Pakistán y que Occidente nos proteja de la continua violación de los derechos humanos. Rezo para que los que están en el poder usen sus recursos sabiamente. Rezo para que mis hijos tengan una vida larga y plena”.

El año pasado, Ayuda a la Iglesia que Sufre apoyó más de 60 proyectos en Pakistán.

 —Tabassum Yousef