República Democrática del Congo: la violencia sigue aumentando
EN UN MENSAJE a Ayuda a la Iglesia que Sufre, el padre José Arieira de Carvalho, sacerdote comboniano portugués que vive en la República Democrática del Congo desde hace más de una década, informó sobre la crítica situación en la parte nororiental del país “donde los grupos rebeldes recorren la región, saqueando y asesinando”.
El 30 de octubre, la aldea de Lisasa, en la región de Beni, provincia de Kivu del Norte, sufrió un violento ataque que se cree fue realizado por tropas rebeldes. El asalto se cobró al menos 21 vidas, incluida la del catequista Richard Kisusi. Hay informes de que una iglesia católica fue profanada, que varias casas fueron quemadas y que un puesto médico fue saqueado.
El obispo Sikuli Paluku Butembo-Beni le pidió a las fuerzas de la ONU ubicadas en la región que protegieran a la población civil de los ataques. En vista de la escalada de la violencia, la necesidad de amparo es cada vez más apremiante.
La riqueza de minerales en la República Democrática del Congo ha transformado ciertas regiones del país en un campo de batalla para las facciones violentas, trayendo dificultades y sufrimiento a la población.
El año pasado, los obispos de la provincia eclesiástica de Bukavu, que comprende 6 diócesis, expresaron su alarma por las condiciones actuales, pero también advirtieron que no se debían hacer interpretaciones demasiado simples:
“Somos de la opinión de que los combates dentro de las comunidades a nivel nacional pueden ser utilizados como pretexto para ocultar una conspiración entre actores internos y externos para oscurecer la despiadada explotación de los recursos naturales (minería, petróleo, bosques, tierras)”.
El arzobispo de Kinshasa, el cardenal designado Fridolin Ambongo habló en un acto de Ayuda a la Iglesia que Sufre celebrado en París, en 2019, sobre la violencia cotidiana y la injusta distribución de la riqueza en la República Democrática del Congo: “Estoy aquí como testigo del tormento de un pueblo, mi pueblo, que solo pide el derecho a vivir con dignidad. Desgraciadamente, esta situación persiste desde hace años”, dijo el arzobispo Ambongo y luego llamó la atención sobre la paradoja del país como “lugar inmensamente rico” que, sin embargo, “está a merced del corazón malvado de la humanidad. Las grandes corporaciones están actuando como depredadores”.
“La Iglesia, sin embargo —continuó el arzobispo— ha decidido apoyar a los que están sufriendo. Y el Señor escucha los gritos de los que sufren mejor que la más bella música de los poderosos”.
Su súplica de solidaridad con su pueblo sigue siendo relevante. “Estoy aquí entre ustedes para pedirles que continúen apoyándonos en nuestra lucha, por más dignidad para el pueblo congoleño. Les imploro que recen por toda la humanidad porque sé que lo que está sucediendo en el Congo es comparable a la situación de muchos otros países del mundo, especialmente en África”.
Ayuda a la Iglesia que Sufre ha apoyado la formación de sacerdotes y seminaristas en la Diócesis de Butembo-Beni durante más de 25 años.
—Paulo Aido y María Lozano