En el Congo-Brazzaville, un sacerdote guía a pigmeos vulnerables ante la amenaza del coronavirus

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EL PRIMER CASO CONOCIDO de un contagio de coronavirus en Brazzaville, a mediados de marzo, llevó al Gobierno congoleño a imponer el aislamiento a toda la población. “Estamos muy preocupados por la población pigmea y por nosotros mismos”, dijo el padre Franck Bango, párroco de Péké en la Diócesis de Ouesso, en el norte de la República del Congo.

El párroco de la primera parroquia pigmea del país le dijo a Ayuda a la Iglesia que Sufre: “Algunas medidas de ayuda han sido anunciadas por el Gobierno como la electricidad y el agua gratuitas—, pero no tendrán ningún impacto sobre ellos, ya que están totalmente alejados de estos servicios. Los pigmeos terminarán muriendo, no de la enfermedad, sino de hambre. Porque no tienen el hábito de ahorrar para el futuro. Tienen que trabajar todos los días para poder comer”.

Una misa pigmea
Una misa pigmea

Si este virus llega a su parroquia, que está a 500 millas de la capital, Brazzaville, los pigmeos estarán indefensos. “No hay ningún hospital cercano para cuidarnos”, dijo el padre Bango. Las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón dirigen un gran centro de salud, pero está a 150 millas de distancia. Las Hermanas Franciscanas Misioneras de María, que están más cerca, solo tienen una enfermería muy pequeña, que se ocupa principalmente de las enfermedades locales más frecuentes, como la malaria y la fiebre tifoidea.

El padre Bango cree que ha habido pigmeos católicos entre la población desde hace algunos años, pero su presencia permanece algo escondida. No es fácil determinar su número real, ya que son un pueblo nómada. El sacerdote estima que hay alrededor de 3.000 de ellos, repartidos por toda la diócesis, y un centenar vive en su propia parroquia.

Padre Frank Bongo
Padre Frank Bongo

Para conocer bien a los pigmeos, este sacerdote misionero vivió y fue a pescar con ellos. Al principio, dice, “desconfiaban, porque ya habían tenido la experiencia de promesas rotas hechas por varios candidatos que se presentaban a las elecciones. También pensaban que Cristo no era compatible con sus propias tradiciones, pero descubrí que ya vivían muchos de los valores del Evangelio sin siquiera saberlo”. Por ejemplo, explica el padre Bango, las parejas se casan de por vida; no tienen ningún concepto de divorcio ni de poligamia y no son en absoluto materialistas.

Actualmente, estos valores evangélicos se han integrado plenamente en sus vidas. La misa dominical ya no es simplemente una opción, sino una parte esencial de la vida de fe. La gente también está favorablemente dispuesta a los esfuerzos de la Iglesia para alejarlos de sus prácticas fetichistas, como el lanzamiento de hechizos. El padre Bango informa: “También intento enseñarles a no tomar lo que no les pertenece. No tienen noción de ahorro, como almacenar comida, porque no tienen ningún medio material para hacerlo, como un refrigerador. Esto hace que su existencia sea precaria, de mano en mano”.

Los pigmeos solían trabajar siempre en los campos de otros. Pero, dice el padre Bongo, “ahora están aprendiendo a trabajar por sí mismos. Con el aislamiento decretado por el Gobierno para prevenir la propagación del coronavirus, han aprovechado este tiempo para trabajar en sus propios campos. ¡Este es un paso importante hacia adelante!”.

Se estima que hay 900.000 pigmeos en la región de África ecuatorial; se cree que casi 600.000 viven solo en la República Democrática del Congo. Al igual que otros pueblos indígenas, los pigmeos están sujetos a la confiscación de sus tierras por motivos agrícolas o madereros; además de la deforestación, también sufren las intrusiones de las empresas mineras.

Ayuda a la Iglesia que Sufre ha estado apoyando a la Diócesis de Ouesso durante los últimos 25 años. Desde 2015, ha financiado 15 proyectos por un valor total de más de 170.000 dólares.

—Jacques Berset