Más sacerdotes secuestrados en Nigeria
LOS ÚLTIMOS SECUESTROS SE PRODUCEN UNA SEMANA DESPUÉS DEL ASESINATO DE DOS SACERDOTES EN ESTE PAÍS AFRICANO SACUDIDO POR LA CRIMINALIDAD. Otros tres sacerdotes han sido secuestrados en Nigeria en los últimos tres días.
El 2 de julio, dos sacerdotes que regresaban de una conferencia fueron detenidos en el estado de Edo por hombres armados y fueron sacados de sus coches al monte, según informan los medios locales. El padre Peter Udo y el padre Philemon Oboh son de la diócesis de Uromi, a la que regresaban cuando fueron secuestrados en la autopista Benin-Auchi. La semana pasada, el padre Christopher Odia, de la diócesis de Auchi, fue asesinado en un intento fallido de secuestro en el estado de Edo.
El 4 de julio se anunció el secuestro de un tercer sacerdote en un comunicado de la diócesis de Kafanchan enviado a Ayuda a la Iglesia que Sufre. El padre Emmanuel Silas no se presentó a la misa matutina y se presume que fue secuestrado en la madrugada del lunes en la rectoría de la iglesia católica de San Carlos en Zambina, en el estado de Kaduna.
El estado de Kaduna ha sido uno de los más afectados por la ola de violencia y criminalidad que azota a gran parte de Nigeria. La semana pasada, el padre Vitus Borogo fue asesinado durante un intento de secuestro frustrado. El padre Joseph Aketeh Bako fue secuestrado a principios de marzo y pasó un mes en cautiverio, tras el cual murió por enfermedad y malos tratos. Se presume que otro sacerdote nigeriano de la diócesis de Kaduna sigue en cautiverio, ya que fue secuestrado hace más de tres años.
En una reciente conferencia en línea organizada por Ayuda a la Iglesia que Sufre, el obispo de Kaduna, Matthew Man-Oso Ndagoso, hizo un balance de las pérdidas: “En los últimos tres años, siete de mis sacerdotes han sido secuestrados, dos han sido asesinados y uno ha estado en cautividad durante tres años y dos meses. Cuatro fueron liberados. En 50 de mis parroquias, los sacerdotes no pueden permanecer en sus rectorías, porque son objetivos, son vistos como una fuente fácil de dinero para el rescate. No puedo ir a las visitas pastorales como suelo hacer, los sacerdotes no pueden ir a los pueblos a decir misas. La gente no puede ir a cultivar, por lo que no puede alimentarse. Además de esta inseguridad, la gente está hambrienta de sacramentos”.
—Felipe d‘Avillez