Un curso para ayudar a las jóvenes religiosas a afrontar el trauma en una región en conflicto
Durante muchos años, Camerún, un país de África centro-occidental con 24 millones de habitantes, se consideraba relativamente estable en comparación con sus vecinos, que están en crisis. Luego, en 2016, comenzaron las marchas de protesta en la región anglófona contra una percepción de marginación en este país predominantemente francófono. Estas protestas se convirtieron en un gran conflicto armado entre el gobierno central y los separatistas de las provincias anglófonas. Como resultado, miles de personas han muerto y cientos de miles se han visto obligadas a huir. También se han producido secuestros de personal de la Iglesia y de profesores, incluidos sacerdotes.
Las Hermanas de Santa Ana son una congregación cuya casa de formación en la ciudad de Bamenda está a solo una milla de la zona donde se libran los combates. Fundadas en Italia en el siglo XIX, las Hermanas se dedican a educar y apoyar a los niños y jóvenes pobres y desfavorecidos. Ahora, hay “una atmósfera de miedo imperante”, dice la hermana Pamela Bongben, que dirige la casa de formación.

Hay 3 postulantes, 5 novicias y 37 religiosas jóvenes con votos temporales que se están formando en la casa dedicada a esta labor. Estas jóvenes monjas y novicias han quedado traumatizadas por la violencia de la que han sido testigos directos y por el clima de miedo permanente. Por ello, la congregación propone ofrecerles un taller de dos semanas en el que aprenderán a afrontar estas experiencias y a sobrellevar la situación sin sufrir grandes daños por ello. El objetivo es inspirarles una nueva confianza y ayudarlas a superar la sensación de miedo que persiste.
La esperanza es que estas jóvenes no solo se beneficien personalmente de este apoyo, sino que también aprendan a ayudar y apoyar a otras personas que se han enfrentado a experiencias traumáticas similares. En una región como ésta, donde la mayoría de la gente ha tenido que enfrentarse a la violencia, el miedo y la muerte, ésta es una parte importante de su trabajo pastoral. Sufrir un trauma no resuelto también podría llevar a algunas de las jóvenes hermanas a sufrir una crisis emocional y abandonar su vocación.
La preparación y financiación de los cursos es un reto. Hay que comprar el material del curso y pagar a los conferenciantes competentes por su tiempo y sus gastos de viaje. La congregación, que ayuda a los pobres y es ella misma pobre, no puede asumir el costo y ha pedido nuestro apoyo.
Proponemos ayudar a este importante taller de dos semanas con una contribución de $11.300 dólares.
¿Darías tu ayuda para que estos jóvenes religiosos puedan hacer frente al trauma mientras se preparan para servir a los demás en esta conflictiva región de Camerún?
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